La peor pregunta es la que no se hace

Una frase que hemos escuchado una y otra vez y deberíamos tomar más en cuenta

No sé ustedes, pero yo soy de esas personas desesperadas, que quieren saber la respuesta a todo ya, no en un momentito, ni mañana, sino ya.

Eso, les confieso, me ha traído problemas en mi vida diaria y personal ya que me ha tocado aprender ‘a la fuerza’ a tener esa anhelada paciencia de la que muchos gozan en sus vidas.  ‘A las malas’ he aprendido a respetar los tiempos de los demás; quizás lo que es tan importante para mí, y que siento que tengo que resolver inmediatamente, no lo es para otra persona.

Tic, toc, tic, toc… es el sonido de mi reloj que escucho en mi cabeza cada vez que siento que me toca esperar.

Al mismo tiempo, he aprendido que ninguna pregunta es tonta y que en esos casos cuando ya no sabes qué hacer con una situación, lo mejor es IR A PREGUNTAR.

Si, “la peor pregunta es la que no se hace”, es una frase que hemos escuchado una y otra vez, sin embargo, es tan poderosa que considero, deberíamos tomar más en cuenta.

Les cuento esta anécdota porque hace unos días tuve una conversación con una amiga que estaba desesperada. Como muchos otros, había ido a una entrevista de trabajo y ella sintió que le había ido muy bien. La persona que sería su supervisora le dijo que cuando llegara a casa le enviara la copia de su hoja de vida para que ellos pudieran comenzar con los trámites de contratación.

Pues les cuento que pasaron los días, ya casi dos semanas, y mi amiga aun no recibía noticias del trabajo. Ella había enviado sus documentos al llegar a casa- tal y como se lo habían pedido, pero nunca recibió confirmación.

Por su cabeza pasaban miles de historias, desde “no me van a contratar, hasta seguramente les caí mal”. Uno de los consejos que le dio una de las otras amigas era que tratara de comunicarse con la persona encargada de personal para salir de dudas.

¿Adivinen qué? En cuanto lo hizo, la respuesta fue inmediata. Le dijeron “qué bueno que nos escribes, pues no hemos recibido tus documentos”. ¿Qué hubiera pasado si ella no se hubiese atrevido a preguntar? Tal vez hasta hubieran asumido que ella no estaba interesada en el puesto.

Sé que en la vida tenemos que ser cautelosos y jamás agobiar a los demás, sin embargo y en ocasiones, ‘es mejor pedir perdón que pedir permiso’, en este caso fue mejor preguntar que quedarse con la duda.

La peor pregunta es la que no se hace.

Espero sus comentarios,

Carolina Sarassa

@CarolinaSarassa

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Bienestar Carolina Sarassa

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