“Nannies” latinas preparan la primera cooperativa de trabajadores de Staten Island

El movimiento de empresas de trabajadores gana terreno en la ciudad

Las mexicanas Guadalupe Villamil, de 34 años, y Anavelia Romero, de 42, tienen unos meses muy ocupados por delante. Además de mantener sus trabajos y atender a sus familias, son dos de las 20 mujeres que en enero de 2017 quieren lanzar la primera cooperativa de trabajadoras de Staten Island. Su oferta es el cuidado de niños.

Hace un año que estas mujeres, todas latinas y con experiencia como nannies, empezaron a considerar unirse en una cooperativa. Hablaron con las mujeres de Si Se Puede Cleaning y Beyond Care , la mayor parte de ellas latinas, y lo que más les atrajo según cuenta Romero, es que con este tipo de organización pueden gestionar su tiempo y estar con sus propios hijos, según explica Romero. “Si hay un inconveniente personal, porque tenga que ir al médico, por ejemplo, sé que no voy a perder el trabajo”.

Esta madre de tres hijos explica que la vida de los que emigran es muy dura pero con este tipo de organización va a tener horario y beneficios sociales. Villamil explica que otro de los motivos por los que empezaron a pensar en la cooperativa es que con ella “somos dueñas de nuestro propio negocios”.

Una cooperativa de trabajadores supone que cada uno de los miembros es dueño y gobierna una organización que gana dinero del trabajo de estos. La organización puede tener o no fin de lucro pero en el caso de que haya beneficios es para los miembros trabajadores. Las decisiones se toman por mayoría y cada trabajador tiene un voto sobre cómo gestionar la organización. No hay inversores externos que determinen hacia dónde se tiene que ir o buscar un objetivo de ganancias, por ejemplo. Son los propios miembros los que determinan la dirección de la empresa.

“Cada cooperativa toma la estructura de gobierno que considera mejor pero son los trabajadores las que toman las decisiones. Puede haber un consejo directivo con funciones operativas, no capacidad de decidir sino ejecutar la estrategia, que puede contratar a un presidente, por ejemplo, pero este presidente y el consejo solo implementan lo que los dueños trabajadores digan”, explica Juan Cuautle, del Center for Family Life, una organización que ayuda a formar (incubar) estas cooperativas de trabajadores.

Guadalupe Villamil y Anavelia Romero con coodinador Juan Cuautle en La Colmena en Staten Island./ Mariela Lombard
Guadalupe Villamil y Anavelia Romero con coodinador Juan Cuautle en
La Colmena en Staten Island./ Mariela Lombard

En el proceso de formación, desde el Center for Family Life, se busca el interés de los trabajadores a través de organización comunitaria. En este caso de Staten Island fue La Colmena, dirigida por el chileno Gonzalo Mercado, una organización que está ayudando a jornaleros a certificarse para OSHA, proporciona ayuda legal y educativa, entre otras cosas, además de patrocinar la cultura Mixteca en la isla.

En un inicio unas 30 mujeres se interesaron por el proyecto de formar la cooperativa pero no todas tenían el perfil para hacerlo por la falta de tiempo que tenían que dedicar al periodo de formación. “Este ocupa unas 12 semanas en las que se habla de desarrollo de liderazgo, administración de negocio y aspectos técnicos de este”. En este sentido, las 20 mujeres que van a lanzar la cooperativa han terminado un curso de 15 semanas de capacitación y entrenamiento en la Universidad de Cornell, que les está brindando ayuda.

“Yo he cuidado a niños desde hace años y tengo los míos propios pero tras las sesiones de capacitación, me he dado cuenta de lo que no he hecho bien antes”, admite Romero, algo en lo que coincide Villamil. Nutrición, CPR, primeros auxilios, cuestiones educativas sobre las etapas de crecimiento de los niños “e incluso cómo hablar con los padres cuando vemos comportamientos que puedan darnos idea de que hay algún problema de salud con el niño”, explica esta mujer que admite que como madre, es una cuestión muy delicada, porque es a nadie le gusta que digan si hay algo que no está bien con un hijo”.

Cuando concluyen estas fases, el Center for Family Life las ayuda a caminar por el proceso de crear los estatutos, incorporar la cooperativa legalmente, desarrollar el servicio, el mercadeo… “Se presta asesoría técnica hasta que controlan la empresa”, explica Cuautle.

En eso están las mujeres de Staten Island en este momento. Esta semana pasada han estado pensando en nombres y posiblemente la que viene ya tengan su denominación social, también están trabajando en los contratos — algo para lo que están recibiendo ayuda de Urban Justice Center— , las descripciones laborales, los beneficios laborales, cómo organizar el trabajo y el servicio, cuánto cobrar o la disponibilidad que ofrecerán a los clientes. Villamil dice que quieren hacer formularios para que los clientes les den sus opiniones sobre el servicio y la nanny y con ello hacer ajustes. También están pensando en un logo y en contratar un contador para que se haga cargo de los impuestos.

Romero explica que se puede abrir el grupo a más personas si se adhieren a los estatutos y una vez chequeados sus antecedentes, si hay trabajo suficiente. “Lo más importante”, explica, “son los niños, que estén contentos y seguros”. Villamil  recuerda que en Si Se puede se empezó la cooperativa con 13 personas y ahora ya son 300.

Esta joven, que además de hacer limpiezas trabaja de mesera en este momento, dice que están a la expectativa de saber” cuánto trabajo recibimos para ver cómo seguir”. Admite que de momento necesita “un trabajo al lado por si no funciona”. Es cauta pero optimista porque ven como más y más familias están construyendo sus hogares en este condado, sobre todo en el sur de la isla, lo que afianzará su seguridad laboral a través de la cooperativa. “Nannies hay muchas pero aquí todas tenemos nuestros diplomas”.

De momento hacen sus reuniones en las nuevas oficinas de La Colmena, abiertas hace tres meses y Romero aprovecha la presencia de este diario para lanzarse y pedir a Mercado a que les permitan hacer de esta asociación su centro de operaciones hasta que puedan tener el suyo propio. Mercado sonrie con complicidad.

Un lugar para soñar

Ambas mujeres tienen muchas esperanzas depositadas en esta cooperativa para la que trabajan todas las tardes con la idea de ir avanzando en su lanzamiento. “En un futuro me veo teniendo beneficios sociales y viajando con mi familia”, explica Anavelia Romero.

“Vamos a estar estables, sin apuros económicos, teniendo un nombre. Me veo estable y con futuro en unos años”, coincide Guadalupe Villamil. “Lo bonito, dice Romero, es que las 20 miembros pensamos lo mismo, todas nos vemos así en el futuro, tener nuestro negocio, libertad económica y condiciones de trabajo que son buenas para la comunidad”.

Cooperativas como vía para inmigrantes

Hay 65 cooperativas de trabajadores en la ciudad de Nueva York. Según cifras de NYCWorkers Cooperatives Survey, de marzo de este mismo año el 99% de trabajadores propietarios son mujeres, el 70% del total de todos los cooperativistas son hispanos y el 97% de los miembros de estas cooperativas no tienen educación universitaria. La ciudad ha aprobado un presupuesto de 1.2 millones para financiar el desarrollo de cooperativas de trabajadores.

Ana Martina Rivas, directora de membresía de la US Federation of Workers Cooperatives, explicaba a este diario que para muchos trabajadores es una muy buena forma de conseguir beneficios sociales, cotizar al seguro, disponer de días de enfermedad y vacaciones y seguro médico. Para muchos inmigrantes que tienen problemas con su estatus legal es una salida al mercado de trabajo al igual que lo es para personas que “por haber cometido algún error en su juventud y han sido arrestados tienen un estigma laboral de por vida”. En NYC se ha prohibido hacer de este problema un impedimento laboral pero no es el caso en otros estados.

“En los últimos dos y cinco años el crecimiento de las cooperativas ha venido por parte de latinos inmigrantes y sobre todo muchas mujeres. Desde la organización estamos tratando de hacer más comunuicaciones en español”, explica Rivas.

Las cifras que maneja su organización apunta a que hay entre 300 y 400 cooperativas de trabajadores en el país, 150 de ellas desde principios de este siglo, con unos 7,000 miembros trabajadores. Los ingresos se aproximan a los $400 millones. El 31% de estas cooperativas tienen unos ingresos anuales superiores al millón de dólares.

La cooperativa más grande del país es Cooperative Home Care Associates (CHCA) que tiene 2,000 trabajadores.

El ejemplo de libro que siguen la mayor parte de las cooperativas de trabajadores, es el de la española Mondragón Corporación, una de las mayores empresas del país.

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