Una misión genial

José A. Quiñonez ha recibido el reconocimiento de la Fundación MacCarthur por su labor de innovación financiera en Mission Asset Fund, para servir a comunidades de bajos ingresos

José A. Quiñonez recuerda la película El Norte, de Gregory Nava, en el que dos hermanos de Guatemala hacen el viaje para cruzar la frontera cuando se le pregunta cómo llegó a EEUU.  Él y sus cinco hermanos hicieron este recorrido en 1980.

“Nuestos padres habían fallecido y desafortunadamente vivimos indocumentados”. Estuvieron con familia que tenían en California durante un tiempo, explica en entrevista telefónica con este diario. “Yo tenía nueve años y mi hermana mayor 15”

Desde aquella incierta y peligrosa marcha que iniciaron los hermanos Quiñonez hasta hoy han pasado varias décadas en las que José inició una trayectoria profesional al frente de una empresa sin fin de lucro, Mission Asset Fund (MAF) en San Francisco. Es una labor que le ha valido el reconocimiento que otorga la prestigiosa Fundación MacArthur al considerarle como uno de los 23 fellows “genios” de este año.

MAF es una organización que ayuda a inmigrantes de bajos ingresos a conseguir seguridad financiera, todo un reto para una comunidad que en buena parte no están usando los servicios de la banca tradicional y carecen del crucial historial de crédito que abre las puertas a las posibilidades que brindan los préstamos.

El año pasado, el artista y compositor Lin Manuel Miranda, además, de Juan Salgado, del Instituto del Progreso Latino, estuvieron entre los reconocidos por este galardón que premia el trabajo novedoso en áreas que preocupan a la sociedad, en el terreno de las artes y las ciencias, “muchas veces de forma inesperada”. Según la Fundación, “la creatividad de sus genios, dedicación e impacto inspiran a todos”.

La genialidad de Quiñonez no podría haber emergido de no haber podido salir de las sombras en las que vivía como indocumentado. Lo pudo hacer porque en 1986 el republicano Ronald Reagan firmó el  IRCA, la reforma del sistema de inmigración que incluía la amnistía para algo más de tres millones de personas indocumentadas.

“Tuvimos la fortuna de que esto ocurriera y fuimos capaces de seguir con nuestras vidas de tal manera que 30 años más tarde estoy hablando ahora de este premio”, dice dejando mostrar en su tono de voz la alegría de quien la vida le lleva a un lugar poco imaginable al volver la vista atrás.

Quiñonez tenía 15 años cuando recibió la amnistía “y quiero enfatizar que fue eso lo que nos permitió completar nuestra educación y abrir nuestro potencial humano”. Él fue a UC Davis y la Universidad de Princeton. “Quiero hacer este comentario porque en la actual conversación sobre la reforma migratoria la gente tiende a olvidar, o no quieren saber, que hay miles de personas que viven en las sombras y ese estatus migratorio está imposibilitando que disfrutemos de su potencial en la sociedad”.

“Yo he vivido en las sombras y me enseñaron a estar callado, a ser invisible y no ser parte de la sociedad. Sé que muchas personas aún sienten así y queremos ayudar a estas personas que no son menos que nadie, solo están en una situación que está fuera de su control. Queremos encontrar formas creativas para mejorar su situación financiera”.

Jose Quiñonez, creador del Mission Asset Fund, en San Francisco (California)./Cortesía MacArthur Fellow
Jose Quiñonez, creador del Mission Asset Fund, en San Francisco (California)./Cortesía MacArthur Foundation

¿Cómo?

Curiosamente, de una forma muy tradicional pero adaptándola a los modos financieros de EEUU.

“Cuando la gente no tiene un banco se aproxima a sus más allegados”, explica Quiñonez. Así funcionan los métodos de círculos informales de préstamos (lending circles) que llevan cientos de años siendo la orden del día en el Caribe (donde les llaman Sou-Sou), Latinoamérica (Tandas o Cundinas). África e incluso Asia.

Se trata de un pacto de ahorro y préstamo en el que un grupo de personas contribuyen con una misma cantidad de dinero por un periodo de tiempo (semanas, meses…). Cuando el periodo acaba una persona se queda con el dinero. Empieza el ciclo de nuevo y otro de los miembros del círculo se hace con él. Es algo que se hace hasta que todos los miembros del grupo reciben su ronda de dinero.

Con MAF, esa actividad se formaliza después de formar esos círculos de prestamistas y se documenta en una promisory note (un pacto de devolución del préstamo en este caso). Con ello se informa a las agencias de crédito como Experian, TransUnion y Equifax y los participantes en esta actividad pueden empezar a construir una historia crediticia que es crucial en este país para conseguir un préstamo por parte de una entidad financiera.

¿Qué ha logrado Quiñonez con esto? Que se hayan prestado $6.3 millones en los círculos, ayudar a 6,000 personas con créditos no mayores a $2,500 y empezar construir historias de crédito que luego han permitido a estas personas solicitar préstamos en los bancos para comprar una casa, un carro… El porcentaje de préstamos impagados es mínimo apenas unas décimas porcentuales. Más del 99% se devuelve.

“Creamos la estructura legal para acreditar la existencia de esta transacción”. A los tres años fue invitado por Experian para formar parte de consejo consultivo para trabajar en la comunidad.

MAF nació en el área de la Misión de San Francisco en 2007 cuando Quiñonez tenía 36 años y contaba también los meses para el nacimiento de su primera hija. Lo hizo con un millón de dólares que dejó Levi´s Strauss cuando cerró la fábrica de la zona. Los organizadores comunitarios que recibieron el dinero contrataron a Quiñonez para reinvertir ese dinero en la zona. La idea del fondo era original de este mexicano y el capital semilla para echarlo andar fue el de la empresa de blue jeans.

Ahora 20 personas trabajan en esta empresa y se están llegando a asociaciones con otras, que también carecen de interés de lucro, en 17 estados. Quiñonez quiere dar prioridad a los estados donde hay más inmigrantes como California, Nueva York, Illinois, Florida y Tejas.

Nadie está roto

“Quiero cambiar el mundo y lo estoy haciendo con préstamos”, dice Quiñonez de su experiencia. Él quiere que se le vea no solo como empresario sino también como activista.

“La gente pensaba que los pobres e inmigrantes son ignorantes y que necesitaban que se les diera una clase de finanzas”. Él desafía esta idea. “Son financieramente más capaces que muchos, no solo saben más de tasas de cambio que cualquiera sino que además tienen presupuestos en múltiples hogares en varios países. La sociedad no admite eso porque creen que están rotos y hacen algo mal, entonces desarrollamos programas  de ayuda con esas asunciones”. El problema, dice Quiñonez, es que el sistema no entiende a estas personas.

De hecho, una de los problemas que se le plantearon es que tuvo que convencer a muchas personas de que sus clientes querían salir de las sombras . Hoy ya no tiene que hacerlo.

Un premio, un mensaje

“Espero que este reconocimiento como Genius de MacArthur sea un mensaje político”, dice Quiñonez. “Soy un inmigrante, indocumentado y amnistiado. Millones de gente querrían la oportunidad y el país necesita el potencial de estas personas”. Quiñonez espera que Hillary Clinton sea presidente y se apruebe una reforma inmigratoria.

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