Evangélicos en México contradicen a correligionarios y van contra gays

Se oponen a la iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto de legalizar las bodas entre personas del mismo sexo

MÉXICO – Lejos de sus pares en Estados Unidos y Canadá, en la región de América del Norte, y radicalmente opuestos a los europeos escandinavos, las cúpulas evangélicas mexicanas -que en los últimos años suman 8.3 millones de seguidores- declararon la guerra a los matrimonios homosexuales.

Desde diversos frentes y, en las últimas horas, no dudaron en ser uno de los contingentes más activos de protesta para mimetizarse con la Iglesia Católica abiertamente opositora a los gobiernos cada vez más proclives a autorizar las uniones gay.

“La naturaleza de la familia no es homofóbica, simplemente es lo que es: la unión de un hombre y una mujer, nada más”, argumentó Rodrigo Cortés, vocero del Frente Nacional por la Familia tras la marcha del fin de semana organizada por un puñado de asociaciones religiosas que convocaron a alrededor de un millón de personas en 125 ciudades del país.

Desde 2007, las uniones entre personas del mismo sexo han tomado fuerza tras la aprobación en la Ciudad de México a la que siguió una ofensiva judicial de solicitudes de matrimonio gay en todos los estados del país hasta que  la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó que sería “inconstitucional” prohibirse.

A mediados del presente año el presidente Enrique Peña envió una iniciativa de ley para hacerlos legales en todo el país y desde ese momento los religiosos empezaron a sacudirse con campañas de todo tipo.

Durante las elecciones intermediarias de junio, la Cofraternidad Nacional de Iglesias Evangélicas no dudó en pronunciarse en contra de la propuesta del presidente a pesar de que tal acción podría catalogarse como una injerencia política. Posteriormente emitió un comunicado de prensa en el que pidió al gobierno “no tener miedo a la libertad de expresión”.

La posición de la comunidad evangélica mexicana contradice las opiniones de otros correligionarios en el mundo. En Canadá, por ejemplo, los templos colocan banderas del arcoíris en sus puertas principales para invitan a la comunidad homosexual a casarse ahí  desde hace al menos un lustro.

En Estados Unidos, si bien el 25% de los evangélicos aún se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo, el resto a favor  ha ganado terreno y continúa en avanzada.

En Europa, desde 2009 la Iglesia Luterana Danesa da bendiciones a las uniones gay y la Iglesia Evangélica Luterana de Suecia -a la que pertenece el 73% de los suecos- aprobó la celebración de matrimonios homosexuales en sus templos. En este último país, Gunilla Linden, abiertamete lesbiana, fue electa como la primera mujer “obispesa”.

La apertura religiosa en esos países aún no ha resuelto qué hacer con pasajes de la biblia que hablan abiertamente del rechazo a la homosexualidad como en la Primera de Corintios del Nuevo Testamento que registra textualmente: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones”.

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