La última noche de las Torres Gemelas

La noche del 10 de septiembre la artista Mónika Bravo grabó el WTC azotado por una tormenta. Faltaban pocas horas para la horrible tragedia que las borraría de la faz de la tierra para siempre. 15 años después expondrá en el Memorial 9/11 esa obra dedicada a un colega que murió en los atentados.

Martes 11 de septiembre de 2001. 8.45 AM. Mónika Bravo aún estaba durmiendo cuando una amiga la llama por teléfono. ¿Cómo estás Mónika? ¿Dónde estás? En mi casa, todavía dormida… ¡Mira las torres! ¿Cómo? ¿Qué? Oh my God…

Desde su apartamento en Brooklyn observaba cómo las llamas consumían una de las Torres Gemelas, donde en el piso 92 tenía su estudio, cuando un avión se estrelló contra la otra“Esto no es un incendio. Es terrorismo”, dijo. La artista visual colombiana, residente en Nueva York desde 1994, decidió no ver esa escena en directo, cerró las cortinas y prendió el televisor. No se despegó de la pantalla todo el día.

La artista Mónika Bravo ha expuesto en la Bienal de Venecia 2015 y en el New Museum de Nueva York. FOTO: JUAN LUQUE
La artista Mónika Bravo ha expuesto en la Bienal de Venecia 2015 y en el New Museum de Nueva York. FOTO: JUAN LUQUE

El día anterior había filmado durante nueve horas, en time-lapse y en tiempo real, la otra torre y la ciudad para un proyecto artístico. Esa tarde Nueva York fue azotada por una tormenta de verano, con truenos y rayos que pincharon el horizonte iluminando el río Hudson, los puentes y los rascacielos corporativos del barrio financiero cubiertos por una capa nubosa azul índigo.

Al irse se despidió del escultor Michael Richards, que pasaría la noche ahí en vez de hacer el viaje de hora y media hasta su casa en Queens. Richards hacía esculturas sobre los aviadores de Tiskegee, los pilotos negros que combatieron en la Segunda Guerra Mundial y al volver a EEUU eran segregados. Una de las esculturas más conocidad de esa serie es un San Sebastián atravesado por aviones que ahora parecería una horrible premonición. “Al ver el ataque, lo llamé por teléfono, pero su número estaba con buzón de voz”. Su cuerpo fue encontrado una semana después entre los escombros.

Michael Richards, Tar Baby vs. St. Sebastian, 1999. Parte de la colecciñon permamente del North Carolina Museum of Art http://ncartmuseum.org/
Michael Richards, Tar Baby vs. St. Sebastian, 1999, forma parte de la colección permamente del North Carolina Museum of Art 

El Museo Memorial 9/11, ubicado en la Zona Cero, abre este 12 de septiembre una exposición por los 15 años del ataque. La muestra se llama Rendering the Unthinkable y, entre las 13 obras referentes a la caída de los edificios, una de las más impactantes es ese video de Mónika Bravo, titulado Septiembre 10, 2001, Uno nunca muere la víspera y dedicado a su amigo Michael Richards.

  • ¿Cómo fue la última noche de las torres?

Me quería quedar filmando, pero mi ex esposo me llama y me pide que me venga a casa. Fui obediente, aunque en esa época trabajaba mucho y casi no dormía. Cuando me estoy yendo, decido dejar la cámara y el computador, pero tomo la cinta con la grabación de la tormenta. Algunos de los artistas con los que compartía taller estaban viendo un partido de fútbol y me peleé con ellos porque usaban el televisor de otro compañero sin su permiso. Les desee lo peor. Michael Richards, que no estaba en ese grupo, trató de conciliar la situación. Me dijo: Mónika tranquila no armes rollo, no es tan grave. Él era muy tranquilo y pacífico. Salí malhumorada. Había una energía conflictiva esa noche.

  • ¿Por qué cerraste las cortinas para no ver el ataque esa mañana del 11?

Desde mi casa veía las torres. Siempre hacíamos chistes con mi esposo que cuando estuviera listo el almuerzo me avisara colocando una toalla de un color. Teníamos la fantasía que él me podía ver y yo también. Obvio que no. Miraba por la ventana y jugaba a contar los pisos. Al ver la primera torre en llamas dije: Qué idiota soy al dejar ese único día mis cosas en el taller. Primero pensé en la pérdida de mi trabajo y mis equipos que no tenían seguro. Sólo pensaba en mí. Pero pensaba que el incendio no sería tan grave y que pasado mañana seguramente me dejarán subir. En ese momento veo el segundo avión estrellándose, y es entonces que me acuerdo de los artistas que aprovechaban la noche para trabajar. Ahí me desplomo, cierro las ventanas y enciendo el televisor. Quería un filtro, quería que alguien me diera información.

  • ¿Cuándo tomas conciencia de que filmaste la última noche de las torres?

Ese día ni siquiera me bañé y me quedé mirando televisión por unas veinte horas en ropa interior. Empecé a llamar a los demás artistas que nos habíamos quedado sin obra, sin equipos y sin estudio. Muchos estaban en estado de shock llegando a las torres. Yo nunca quise ir. Dos días después recuerdo que tengo la cinta. No sabía qué hacer con ella. Para mí no era arte. Era un documento. Ahí tomé la decisión de editarlo.

  • ¿Nunca has visitado la Zona Cero?

No he regresado. No me interesa. Ni siquiera iré a la inauguración de la nueva exposición. Nunca paso septiembre en Nueva York, me desaparezco. Ahora viajo a Suiza. Antes del atentado la arquitectura de las Torres Gemelas ya me parecía fallida. No me gustaba, me fastidiaba, emocionalmente no me sentía cómoda. La estética de la trama de ventanales desde dentro de mi estudio era un desastre y asemejaba una reja, parecía una cárcel. Yo clausuré mi espacio con una pared móvil y lo pinté todo de negro para trabajar.

  • ¿Cómo era Michael Richards? 

Era una persona grande, corpulenta, y muy compasiva. Transmitía mucha ternura. Recuerdo que días antes tuvimos una conversación sobre política, sobre inmigración, porque los dos éramos inmigrantes. Hablamos sobre la falta de consciencia que tiene el pueblo estadounidense de lo que impactan sus decisiones políticas en el resto del mundo. No entienden que hay problemas más grandes que los de ellos. Michael estaba muy consciente de la realidad política y lo reflejaba en su trabajo artístico. Alcancé a despedirme de él esa noche.

Mónika Bravo nació en Colombia en 1964 y vive desde 1994 en EEUU. FOTO: CECILIA JURADO
Mónika Bravo nació en Colombia en 1964 y vive desde 1994 en EEUU. Al fondo una pieza de su obra reciente. FOTO: CECILIA JURADO
  • ¿Cómo cambió tu vida el atentado y cómo cambió a Nueva York?

Siempre he tenido una relación con la muerte porque mi padre murió cuando yo tenía ocho años, en un accidente, fue a comprar cigarrillos y murió. El atentado volvió a agregar fragilidad a mi vida. Tomé conciencia de mi tamaño, de mi pequeñez. Desde que murió mi papá construyo un espacio donde no dejo que el dolor me toque, es una pared. Me vuelvo muy práctica en una crisis. No me angustio. A los seis meses del atentado tomé conciencia de lo cerca que estuve de todo al ver un documental de unos franceses que estaban haciendo un seguimiento amateur a un bombero y que registraron sin querer el lobby de la torre y el sonido de los cuerpos cayendo, de los que se estaban tirando. Fue muy impresionante escuchar el sonido de la muerte. En ese momento lo sentí todo. Lo sentí, lo comprimí y luego me lo quité de encima. Nueva York cambió muchísimo y para peor. El atentado generó cambios de leyes y el uso de suelo comercial pasó a ser residencial, lo que atrajo a inversores que se aprovecharon de este boom. El resultado es que los precios subieron y los artistas ya no pueden vivir aquí. Toda ciudad necesita una comunidad artística que entregue ideas nuevas. Para mí Nueva York hoy es Disneylandia.

  • Frente al ataque ¿Cuál es tu opción? ¿Memoria? ¿Olvido?

-Cuando hay tanta violencia no es que no te importe, pero quieres dar vuelta a la página. Es un tema que a todo neoyorquino le trae un recuerdo amargo y no quieres ni hablar de eso. Sabía de un atentado anterior a las Torres en 1993, pero para mí Al Qaeda era algo lejano, formaba parte de una ficción inventada por Hollywood, tipo Independence Day. En las torres había mucha seguridad. Teníamos que entrar con una tarjeta y a mí me dieron dos, la otra era para mi ex esposo que era mi asistente, entonces yo traficaba con esa tarjeta, todo el mundo me la pedía, la prestaba. La posibilidad de un atentado no era una realidad. Después de 15 años, tengo la sensación de que ha pasado más tiempo.

  • Tu obra más actual parece aludir a las Torres Gemelas

Mi trabajo actual son collages de imágenes en movimiento que parecen como si las pantallas y paredes estuvieran respirando. La verticalidad viene del formato que creo que funciona mucho mejor que el horizontal. No había pensando en las torres.

  • Frente a la próxima elección ¿Te gusta Hillary Clinton como primera Presidenta de EEUU?    

Me encanta Obama. Estados Unidos no se ha dado cuenta de su humanidad e integridad. Voy a votar por Hillary Clinton y la idea de una mujer Presidente me parece increíble. Si gana el otro, no voy a gastar ni un minuto de mi vida en él. Ya tengo mi plan B y seguiré aportando a la sociedad con lo que hago, trabajando, haciendo arte y montando una agencia para asesorar y representar comercialmente a artistas, Studio of Endless Ideas. En momentos de crisis, los artistas y los creadores somos capaces de crear otros mundos y agruparnos en pequeñas comunidades para salir adelante. Hay gente que está muy asustada, pero bajo el miedo los seres humanos toman las peores decisiones. Yo no tengo miedo.

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