Neoyorquinos sufren de… falta de sexo
Según un reciente estudio del Departamento de Salud de Nueva York, la ciudad está pasando por una sequía sexual
Tinder, Grindr, OkCupid… se supone que estas aplicaciones de dating online lo ponen más fácil a la hora de encontrar un compañero o compañera de cama. Sin embargo, pese a su popularidad, parece que estas herramientas no están teniendo efecto afrodisíaco entre los neoyorquinos.
Según un reciente estudio del Departamento de Salud de Nueva York, la ciudad está pasando por una sequía sexual no vista desde 2002, cuando se comenzó a hacer un registro de la vida sexual de los ciudadanos de la Gran Manzana. Pero los datos evocan más a tiempos de cinturones de castidad que a la era de las citas online.
Cerca de un tercio de los adultos de la ciudad estuvieron al menos un año sin mantener relaciones sexuales (sexo oral incluido), según estadísticas de 2014. La cifra es igual de desoladora entre los adultos más jóvenes (de entre 18 y 24 años) con un 32.7% de abstinencia. ¿Quién dijo libido juvenil?
Una mayoría representada por el 57% de los encuestados reconocieron haber tenido una sola pareja, el 5% tuvo dos y 7% tuvo tres o más.
El estudio también muestra diferencias entre nacionalidades o razas, siendo los asiáticos los que menos sexo practican (el 43% no tuvo relaciones en más de un año), seguidos de las personas negras, los hispanos y finalmente los caucásicos (con un 29% de abstinencia durante el período de un año).
¿Las causas?
Greg Pfundstein, miembro de la organización Chiaroscuro, que promueve la abstinencia sexual hasta el matrimonio, explicó al New York Postcuáles pueden ser las causas de esta escasez.
“Ha habido grandes cambios en el tejido social durante las dos últimas décadas que han hecho que la gente esté más conectada pero más aislada. Por ejemplo, el porno online tiene impacto en esto”, declaró Pfundstein.
Pero internet no ha traído sólo una forma más sencilla de acceder a contenido pornográfico, también facilita el sexo virtual y el sexting, una práctica cada vez más popular entre los neoyorquinos y que, para desgracia de los vendedores de anticonceptivos, parece estar sustituyendo al encuentro físico tradicional.
