Por el bien de nuestros hijos

Soy madre de cinco niños y fui un estudiante en escuela publica.  Cuando era niño, fui asignada a un programa de educación especial,  y me toco vivir experiencias malas. Yo sufrí por la manera que se aplicaron los castigos en la escuela. Varias veces fui suspendida—aunque me tenían en un programa de educación especial,  me mandaban a la casa por varios días sin ningún apoyo académico y siempre estaban llamando mi mamá para que me fuera a buscar. En la Ciudad de Nueva York, la tasa de suspensión para estudiantes deshabilitados es tres veces más alta que para los demás estudiantes.  Para mi, ser suspendida fue un trauma porque perdí muchas clases y nunca recibí el apoyo académico de la escuela que yo necesitaba. La única alternativa para el sistema escolar era suspenderme y suspenderme.

Israel, mi hijo de 14 años, ha sido suspendido varias veces por infracciones menores. Él es inteligente y muchas veces él termina con sus responsabilidades en el aula rápido, pero luego tiene tiempo para distraerse porque no le están poniendo suficiente atención.  Yo como madre siento que la escuela no ha hecho lo suficiente para apoyar a los estudiante como mi hijo que tiene mucha energía y sueña con cosas grandes.  En vez de motivarlo más, solo piensan en suspender y suspender a nuestro niños.

No quiero que mis hijos pequeños pasen por lo mismo. En el 2015-2016, hubo 801 suspensiones de niños en kindergarten, primer, y segundo grado en nuestra ciudad. Es absurdo, abusivo, y ofensivo que están tratando nuestros niños así.

Hace dos semanas, se anunció que, en las escuelas públicas en la Ciudad de Nueva York, ya no se va a permitir la suspensión de niños entre kindergarten y segundo grado. Ya estuve lista para aplaudir el Alcalde y los cambios al código disciplinario, pero el lunes me enteré que todavía los alumnos de K-2º grados pueden ser suspendidos. El nuevo código disciplinario deja la posibilidad desuspender a estudiantes que son sacados de clase tres veces. Eso quiere decir que los alumnos que más necesitan ayuda y estar en la escuela pueden ser sacados del entorno escolar. No se finaliza elcódigo hasta el 22 de agosto, y espero que el Alcalde lo cambie para eliminar las suspensiones para estos niños jóvenes.

No quiero que mis hijos sufren el trauma que yo y mi hijo mayor sufrimos. No podemos seguir castigando y criminalizando nuestros hijos, cuando realmente debemos de estar enseñándolos y formándolos como los líderes que quisiéramos que sean.

Para enseñarles como deben de actuar—como estudiantes y futuros líderes—no podemos depender de las suspensiones, los detectores de metal, y la presencia de la policía en los corredores.  Tenemos que invertir más en ellos como alumnos, con más apoyo a enfrentar sus necesidad personales, y familiares como están haciendo las nuevas ‘escuelas comunitarias.’ Espero que sigamos en este camino con otros pasos para enfocarnos en la atención y el apoyo que necesitan los alumnos, inclusive la justicia restaurativa como solución cuando hay conflicto.

La ciudad tiene que tomar medidas para asegurar el bienestar de nuestros hijos tras mantenerlos en las aulas. Es ahí donde deben de estar. Tenemos que eliminar las suspensiones de K-2º grado, sin excepciones.

-Eloida Lázaro es miembro de Se Hace Camino Nueva York.

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