Editorial: Una contienda que rompe esquemas

El Partido Republicano vive una crisis que pone a prueba lealtades partidarias

Donald Trump.

Donald Trump. Crédito: (EFE)

Es inusual que un presidente en funciones diga que el candidato de la oposición a reemplazarlo “no es apto” para gobernar y mucho menos que haga un llamado, en este caso a los republicanos, para que no respalden a Donald Trump.

El hecho es que esta no es una elección normal en la que los parámetros y conductas suelen encajar en moldes conocidos. La presencia del millonario neoyorquino dio vuelta la elección primaria republicana, rompiendo todos los esquemas ante un electorado que valoraba sus desplantes, excentricidades y su tono agresivo como un atributo de sinceridad. Ahora esa virtud de independencia de Trump en la primaria, es una pesadilla partidaria.

En estos últimos días, Trump demostró por sí solo en varios frentes el por qué es uno de los candidatos más inadecuados para la presidencia que se recuerde.

La innecesaria controversia con la familia Khan, cuyo hijo murió en Afganistán, es el mejor ejemplo de un temperamento descontrolado, con un ego que no tolera ninguna crítica, y una falta de juicio para elegir sus batallas. Ni que hablar de la falta de empatía del futuro comandante en jefe hacia la familia de un soldado muerto en combate, .

Lo mismo se puede decir de las riñas y rencores que ventila en los medios hacia otros republicanos, como en el caso del congresista Paul Ryan que preside la Cámara de Representantes. O del desconocimiento de Trump de que Rusia ya se apoderó de una pedazo de Ucrania y apoya a rebeldes que combaten al gobierno.

Hay muchos líderes que aprovechan el conocimiento de quienes los rodean. Ese no es el caso de Trump cuyo narcisismo le impide la humildad que requiere para aceptar el consejo de otros.

Lo que ya está claro es que Trump no va a cambiar su manera de ser, pensar y comportarse como candidato ni presidente. Esta realidad está causando que aumente la cantidad de figuras republicanas que han dicho públicamente que no lo votarán.

A ellos, nuestro respeto por ser consecuentes a sus valores y no callarse cuando su partido cae en las garras de un populismo lleno de odio e ignorancia. Más adelante valdrá la pena preguntar a futuros candidatos republicanos dónde estaban en la era de Trump.

El Partido Republicano vive una crisis que pone a prueba lealtades partidarias. Esperamos por el bien general, que cada uno vote por su conciencia, en vez de hacerlo por un egomaníaco aspirante a dictador.

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