Sin dejar pasar las oportunidades

Eliana Ortega llegó hace dos años a NYC de Ecuador. En ese tiempo ha puesto en marcha una pequeña empresa para la que tiene grandes sueños

Eliana Ortega  dice que siempre está observando las oportunidades que se le cruzan en el camino.

Oportunidades para trabajar para si misma, es decir, tener su empresa, ganar dinero para tener una vida con más comodidades que las que ha tenido hasta ahora y enseñar a su hija, de 11 años, a ser una mujer fuerte. “Si veo algo interesante me meto de cabeza y lo saco”, explica esta ecuatoriana que cumple 30 años este mismo mes.

Y no habla por hablar. Lo está haciendo ahora al poner en marcha su propia empresa de tratamiento de pediculosis humana (infestaciones de piojos).

Su historia y la de su empresa presentan a una mujer determinada en sus objetivos, con los pies en el suelo, que aprende rápido y además tiene el optimismo esencial que da fuerza a los luchadores.

Nacida en La Maná, Ecuador, Ortega creció en la capital, Quito, donde trabajó durante 10 años en una compañía de seguros. Aunque su familia es humilde ya tenía una cierta comodidad en su país, no obstante, hace dos años justos hizo las maletas y vino con su hija a vivir a Nueva York. En esta urbe, esta madre soltera, vive con una tía.  “Es la ciudad de mis sueños, la conocía por películas y siempre quise venir”.

Con un nivel básico de inglés buscó trabajo y tuvo una entrevista en una compañía de seguros que no la convenció. “Yo no vine aquí a hacer lo que ya hacía en mi país, ni a ser una emplada. Yo vine para no depender de nadie”. Tenía, además, otra resolución: quería tener tiempo para estar con su hija y, por tanto, un horario flexible.

“Una persona me habló de una empresa que buscaba a trabajadores para hacer tratamientos contra piojos y lo intenté porque no tenía horario fijo, la compañía hacía las citas y me mandaban a las casas de los clientes”. Ortega hizo un curso de tres días con la empresa y empezó a trabajar en ello. En apenas una semana se dió cuenta del buen negocio en el que estaba.

“Vi la cantidad de dinero que se ingresaba. Yo hacía un tratamiento que se cobraba por horas y nunca eran menos de dos las que estaba en una casa”. “Nunca tuve una factura de menos de $800 y hubo algunas de $2,000 porque cuando hay un niño infestado lo normal es que haya más miembros de la familia con el problema”. El margen de la empresa era muy elevado porque a ella le abonaban $15 la hora “más la ocasional propina del cliente”. “Esto si que es un negocio, me dije”.

Emprendedora de Ecuador, Eliana Ortega con su compañia Lice Treatment Group LLC. Foto Crédito: Mariela Lombard / El Diario NY
Eliana Ortega fundadora de Lice Treatment Group , una empresa con la que sueña llegar a expandirse para formar una franquicia./Mariela Lombard

Ortega trabajó para esa compañía durante tres meses, aunque no todos los días, y ya tras la primera semana empezó a investigar cómo podía ella hacer un negocio similar. “Abrí los ojos, investigué en Internet cómo sacar la licencia y montar mi empresa”. Y no tardó mucho en hacerlo. Hizo un curso en Florida para certificarse en febrero de 2015, fecha en la que abrió su empresa Lice Treatment Group.

A través de Internet, con la ayuda de un contador y el asesoramiento de NYC Small Business Solutions, montó la soñada empresa, puso una página web y financió todo con sus tarjetas de Ecuador, alrededor de $10,000. “Aquí no tenía crédito”, lamenta.

“Y entonces empezó lo más duro”, explica,  “encontrar la clientela”.

“Estaba emocionada con mi empresa, ya tenía una identificación fiscal y de repente…. no me imaginé que iba a ser tan difícil conseguir clientes. Estuve a punto de botar la toalla”, explica esta ecuatoriana.

“No voy a olvidar el invierno de 2015”, dice con pesar. Fue un momento en el que no tenía otro trabajo y sobrevivía con las reservas de dinero que tenía mientras veía que además no podía pagar los balances de sus tarjetas . Y en esos fríos meses, tras dejar a su hija en el colegio, repartía propaganda y se presentaba en colegios con la esperanza de conseguir clientes. No contaba con la ayuda de su madre, como antes, para cuidar de su hija y “nadie me llamaba”. Admite que llamaba a su madre a Quito y lloraba.

Tardó dos meses en tener su primer cliente. Para abrirse paso en un mercado con una fuerte competencia hacía diagnósticos gratis en las escuelas (cuando pueden llegar a costar $50) y así llegó hasta un niño en una escuela de Brooklyn al que trató luego en su casa. Sus precios son más bajos que los de la empresa para la que trabajó y además tiene una tarifa plana para que la gente no esté pendiente del reloj a la hora de pensar si puede hacer frente a un tratamiento.

Así empezó a tener referencias y creció su red de clientes. Ha tratado a más de 100 personas y dice que desde marzo está respirando, en buena medida porque ha ido saldando sus deudas y tiene beneficios ya que no tiene una estructura de costos muy elevada (“solo necesito mi página de Internet, transporte, productos y el plan del teléfono”).

Ahora comparte sus labores con un trabajador independiente (frelance) al que dice que paga más de lo que le abonaba su primera empresa y ha solicitado entrar en el programa WE NYC  para entrenamiento y formación de mujeres empresarias en la ciudad. “Me voy a certificar como empresa minoritaria para tener acceso a los contratos públicos”, explica.

Ortega sueña con expandirse para llegar a New Jersey o incluso crear una red de franquicias. “En cinco años espero que mi negocio sea más grande, tener personal y dejar yo de hacer los tratamientos para dirigir la empresa. Y se presentan oportunidades en otros negocios, los miraré. Yo siempre estoy observando, esto se cruzó en mi camino pero voy a ver qué más hay”.

Las claves para emprender de Eliana Ortega

  • Hay que ser feliz con quien uno es, no con lo que se tiene pero si con quienes somos.
  • Se necesita ser positivo y optimista
  • Hay que tener metas y soñar. Quien no sueña, nada logra.
  • Es importante tener carácter para intentar lo difícil.
  • Es preciso bloquearse a todo lo negativo. “Te van a decir: es arriesgado, es peligroso, no sabes esto y no sabes lo otro, y es verdad, pero hay que creer en uno mismo”.
  • Los fracasos son victorias porque cuando no se gana se aprende de los errores.

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