Cómo sobrevivir al impacto de perder un bebé

Una mujer comparte su historia y una psicóloga explica el efecto de encarar un aborto natural

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A nivel emocional, el aborto natural va más allá de la recuperación física.  Crédito: Shutterstock

Enfrentarse a la pérdida de un ser querido tiene un impacto emocional significativo. Aun cuando sabemos que la muerte puede ocurrir en cualquier instante, sea por vejez, accidente o enfermedad, asimilar que alguien ya no estará presente requiere aceptación y fortaleza. En esos casos, es comúnmente aceptado que la persona enfrente una etapa de duelo por un periodo que puede durar días, semanas o meses.

Pero, ¿qué sucede cuando esa pérdida se trata de un bebé que se desarrollaba en el vientre? ¿Cómo se enfrenta la pérdida de alguien que no se supone que muriera aún; alguien que ni siquiera había comenzado a vivir? ¿Cómo se enfrenta un aborto natural?

A nivel emocional, el aborto natural va más allá de la recuperación física luego de abortar, que puede variar según la causa de la pérdida prematura. La psicóloga clínica Valerie Stipes, directora de Viva Clinic, apunta que la gran mayoría de mujeres que sufren un aborto natural se afectan psicológicamente de manera significativa. “Se ha visto que aproximadamente un 10% a un 50% de las mujeres pueden desarrollar depresión luego de un aborto natural. Por lo tanto, las emociones son fuertes y profundas”, abunda.

Algunas de las emociones que pueden experimentar, según Stipes -quien también es psicoterapeuta en The Nest, clínica especializada en el cuidado integral de mujeres embarazadas– pueden describirse como “una tristeza que nunca pensé pudiese tener”, “como si estuviese en una película”, “no puedo creer que esto haya ocurrido” o “¿por qué tengo que pasar por esto?”

El coraje, la culpa, negación, sentido de vacío y desconexión con el mundo, tristeza profunda, dificultad de concentración, cambios en el sueño y en el apetito, pérdida de interés en actividades, ansiedad y hasta pensamientos recurrentes sobre la muerte, el suicidio o pensamientos de desesperanza pueden presentarse durante el proceso de pérdida.

Es por esto que Stipes resalta la importancia de reconocer que el proceso de duelo aplica de igual forma a la pérdida de un bebé. De esta forma se normalizan y validan las emociones que se experimentan como una etapa necesaria para superar el suceso.

“El proceso de duelo comienza con “shock” y la negación de lo ocurrido, luego podemos experimentar furia, depresión, culpa, y por último comenzamos con el proceso de aceptar. Estas etapas no siempre pasan secuencialmente. En otras palabras, uno puede volver hacia una u otra en diferentes etapas del proceso de duelo”, explica la psicóloga, quien añade que un proceso de duelo puede durar hasta un año y ese tiempo es considerado normal.

Sin embargo, cada situación y los pasos que se tomen para superarla dependen de los protagonistas.

Entre pérdidas e ilusiones

Para Katherine Morán, su encuentro con el aborto ha sido en más de una ocasión. Morán cuenta que siempre tuvo la ilusión de ser mamá y al no quedar embarazada, acudió al doctor para realizarse una serie de estudios que confirmaron la causa. Su condición de endometriosis le ha provocado cuatro abortos desde sus 32 años.

Al enterarse desistió de someterse a tratamientos de fertilidad y al cabo de un tiempo quedó embarazada, pero ese primer bebé lo perdió a las nueve semanas.

“Ahí vuelvo al doctor y me dice ‘mira yo no te dije que no podías quedar embarazada, tú puedes quedar embarazada, pero por la endometriosis no se van a pegar (a la pared del útero) y los vas a perder”, rememora.

“Ese fue bien traumático para mí porque era la primera vez, más ya yo tenía 32 años, yo toda la vida había querido tener niños. Así que realmente fue bien, bien difícil porque era como la ilusión más grande y para colmo lo perdí un día de Acción de Gracias. Realmente fue bastante traumático y hasta le cogí miedo y dije ‘mira olvídate de eso, no voy a tener niños’”, abunda Morán.

Pero no todo fue pérdida. A los dos años aproximadamente se realizó una prueba de embarazo y ya tenía cuatro meses. Fue un embarazo sin complicaciones.

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Luego de dar a luz a su hija, Morán tuvo dos embarazos más, pero ninguno superó los tres meses en el vientre. Su doctor se dio cuenta que con cada embarazo había un problema de coagulación, mientras ella había decidido operarse para no pasar por la misma desilusión, pero una operación de vesícula le impidió la intervención.

Al año quedó embarazada nuevamente. “Ahí ya yo tenía un miedo desde el principio porque ya yo había perdido tantos y ya se sabía un por qué. El médico comienza a darme aspirina (para controlar la coagulación) y vigilarme más seguido. No tuve ninguna complicación al principio. De un día para otro, voy al doctor, todo está bien, a los dos o tres días mancho una gotita de sangre”.

Aunque la pequeña gota de sangre no la alertó demasiado, decidió llamar al doctor, quien le recomendó ir a la oficina de inmediato. “Ya tenía cinco meses, ya todo el mundo lo sabía… Me fui sola pensando que no había ninguna complicación y cuando voy ya estaba muerto. Ahí sí realmente fue lo peor del mundo porque ya yo tenía cinco meses, ya yo tenía barriga, todo el mundo lo sabía, ya yo me había hecho la ilusión porque ya había pasado para mí el tiempo más difícil”, cuenta.

“Me fui y ese lo parí en mi casa. Al otro día me empezaron las contracciones, y por la mañana me dan deseos de pujar. Voy al baño y ahí sale. Yo quería saber… Lo abro y lo saco de la bolsita. Y ahí sí que se me cayó el mundo entero. Yo dije ‘esto no puede ser’. Sufrí mucho porque fue bien diferente, sentí todo como si fuera a parir un bebé de nueve meses”.

En su proceso, Morán resalta que en muchas ocasiones prefirió estar sola, aunque siempre contó con el apoyo de su esposo y su familia. “Yo lloraba sola, me daba sentimiento cualquier cosa, pero todo el mundo pensaba que yo estaba bien. Soy del tipo de persona que me gusta estar sola. Cuando estoy así deprimida y sé que voy a estar mal me gusta estar sola porque no tienes que dar explicaciones, no tienes que hablar con nadie, pero sufres doble porque realmente no tienes a nadie”, explica, al tiempo que reconoce que cada persona experimenta la pérdida de maneras distintas.

La residente de Puerto Rico, quien tiene ahora 37 años, ya tiene casi cinco meses de un nuevo embarazo que hasta ahora no ha tenido complicaciones, y a diferencia de los demás, ha experimentado muchos de los síntomas que se presentan a la espera de un bebé, que en su caso, es un varón.

Fundamental el apoyo

Aunque las personas experimentan el duelo de distintas formas, Stipes recalca que el rol de la pareja y la familia es “una variable esencial para la salud psicológica de la mujer que ha sufrido un aborto. El no tener una relación saludable con su grupo de apoyo, y más aun con su pareja, es un factor de riesgo para que esta desarrolle una depresión”.

No obstante, la mujer no es la única que sufre la pérdida. Es necesario y saludable validar las emociones de la pareja. Según la experta, “depende de cada persona, del tiempo de gestación al ocurrir el aborto, de la ilusión que siente por tener un hijo o hija y de su capacidad de tener hijos en un futuro. En la práctica he visto padres al igual que madres en un proceso de duelo por la pérdida de un embarazo”.

“La diferencia definitiva al ocurrir un aborto, entre la mujer y el hombre, es que la mujer siempre será afectada a nivel fisiológico y el hombre no. En otras palabras, ella obligatoriamente es la que pasa por el proceso físico del embarazo y del aborto, al igual que todos los cambios hormonales luego del aborto. Estos cambios hormonales pueden exacerbar las emociones difíciles que la misma ya pudiese estar sintiendo”, abunda Stipes.

Es por eso que, sin importar la situación, todos los componentes deben tener la disposición para comprender, estar presente física y emocionalmente y buscar ayuda psicológica de ser necesario. La experta recomienda, de igual forma, que la familia busque información sobre las etapas del duelo y sobre todo, “que practiquen el escuchar a la afectada y a su pareja sin juzgarlos, más que aconsejarlos en este proceso doloroso”.

Stipes destaca cuatro recomendaciones sobre técnicas para la mujer que pueden ayudar a sobrellevar la pérdida de un bebé.

Ten compasión contigo misma. No te regañes o culpes por las emociones que sientes. Por ejemplo, en vez de decirte “ya tengo que estar bien y no sentir esto más” decirse, “estoy pasando por un proceso doloroso y es muy humano de mi parte sentirme triste hoy”.

No tengas miedo a pedir ayuda. Busca un terapeuta que haya trabajado con duelos. “Los estudios han demostrado que la mayoría de las mujeres que han sufrido un aborto natural desean ayuda psicológica luego de la pérdida”, destaca Stipes.

Busca tiempo para actividades que te llenen de alegría.

Busca una persona o grupo de personas de apoyo espiritual (sea en una iglesia, yoga terapia o cualquier práctica espiritual que resuene contigo.

Segundo de tres reportajes sobre el aborto natural.

– Heidee Rolón Cintrón

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