Javier Ramírez, un guardián del béisbol digital

Este ingeniero en computación vio el ejemplo de trabajo duro y tenacidad para salir adelante de sus padres, quienes emigraron de Perú a finales de los años 70. Es uno de los técnicos a cargo del sitio web de la Liga Mayor de Béisbol, MLB

Puntajes, noticias, videos, transmisiones en directo, estadísticas, jugadores, venta de boletos, apps móviles, juegos de fantasía, equipos… todo eso y más hace al sitio web de la Liga Mayor de Béisbol uno de los más exitosos en términos de tráfico e ingresos.

Al cierre del 2015, de acuerdo con la revista Forbes, MLB Advanced Media tenía más de 3.5 millones de suscriptores a su abanico de productos digitales, incluyendo MLB.TV y MLB.com en la aplicación móvil At Bat, la cual fue descargada más de 11 millones de veces en 2014, sobrepasando el récord del año previo (10 millones).

La magnitud del trabajo que genera esta plataforma requiere de un equipo técnico numeroso y altamente calificado; el peruano Javier Ramírez es uno de los ingenieros que vigilan el correcto funcionamiento de los servidores informáticos, las aplicaciones móviles y las transmisiones online (streaming).

En una entrevista mientras realizaba un turno de mantenimiento rutinario, contó que los picos en la actividad varían dependiendo de las temporadas deportivas, por ejemplo el béisbol corre de abril a octubre, pero al tráfico ordinario debe sumarse el de socios como HBO, con la transmisión de la serie Games of Thrones.

Familia emprendedora

El padre de Javier, Fidel Ramírez Lazo, era originario de Chiclayo. Fue periodista, empresario, anfitrión de programas de radio con una participación política muy activa; siendo veinteañero conoció a su futura esposa, Ana María Ramírez Bernal, tras mudarse a Lima.

Después del golpe de Estado de 1968, los padres del señor Ramírez perdieron bienes y propiedades con la nacionalización, él confrontó con el Gobierno y cuando las cosas se pusieron difíciles decidieron emigrar a Panamá y luego a Nueva York, donde él había tenido una experiencia académica previa.

“Ellos llegaron en avión y se quedaron. Yo nací en 1975 y mi hermano en 1976, por las leyes migratorias de esa época pudieron gestionar su residencia”, recuerda Javier. Con mucho esfuerzo y sacrificio trajeron a sus padres y a su numerosa familia. Comenzando desde abajo, don Fidel aprendió el negocio de la publicidad y luego creó su propia empresa. Con el cambio tecnológico de análogo a digital el negocio cayó, y Javier interrumpió la universidad -donde estudiaba Biología, Matemática y Computación- para hacerse cargo de finiquitar toda la operación.

Mientras educaba a sus hijos y trabajaba limpiando casas, doña Ana María estudiaba con el objetivo de realizar su pasión: el arte culinario kosher. Así, cocinó especialidades para familias judías y al graduarse de chef trabajó en cafeterías y restaurantes.

Al retirarse, el matrimonio Ramírez se mudó a Florida. Don Fidel falleció hace cuatro años.

Inspirado en uno de sus abuelos, Javier se inició en la masonería en 2009 en la logia Anchor-Astoria, las cuales datan de 1873 y 1926 respectivamente. Ante los mitos que rodean a este grupo, insiste en aclarar que se trata de una sociedad que usa símbolos y creencias para enseñar filosofías que mejoran el carácter de los hombres.

“Creemos en un Creador, pero no nos importa la religión. Los masones siempre han sido progresistas y por eso puede haber gente de todo origen y religión en sus templos”, indicó.

Destacó además que la caridad y beneficencia no es el objetivo primordial de los masones sino un efecto de su práctica. En Nueva York, ciertas logias apoyan mucho la investigación médica ocular, dental y contra el cáncer, además de ayudar a los veteranos de guerra y pantries donde acude gente necesitada de ayuda alimentaria, destacó.

Su hija de 15 años, A. Marcela también está integrada en la masonería, ya que pertenece a la Organización de Triángulos, donde se congregan jovencitas de 10 a 21 años para adquirir habilidades sociales desde la perspectiva femenina, contactos y aprender trabajo en equipo.

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