Ante la incesante racha de ataques, ¿Tiene cura el terrorismo?

Los expertos aseguran que no hay respuestas sencillas porque los terroristas evolucionan y se van adaptando.

El ataque dejó un saldo de 50 muertos.

El ataque dejó un saldo de 50 muertos. Crédito: EFE

WASHINGTON.- La masacre en Orlando el domingo pasado es otro ejemplo de cómo grupos extremistas y sus simpatizantes han adaptado su estrategia de terror en el siglo 21, poniendo en duda que EEUU y sus aliados puedan erradicar por completo la amenaza terrorista.

Según datos preliminares de la investigación en curso, el autor de la matanza en el club nocturno “Pulse” en Orlando, Omar Mateen, había jurado lealtad al grupo extremista islámico ISIS durante el ataque pero, mucho antes, se había “radicalizado” a través de propaganda en internet.

El atentado es parte del “terrorismo casero”, y es otro más de centenares perpetrados en EEUU, Europa y el Medio Oriente desde los atentados de 2001 en suelo estadounidense.

Además de 49 muertos y 53 heridos, ha dejado la pregunta de siempre: ¿Cómo resguardar la seguridad nacional sin atropellar los derechos civiles, o establecer un estado policial?

Misma meta, distintos métodos

Es una pregunta que perennemente ha causado choques entre el Congreso, la Casa Blanca y grupos defensores de los derechos civiles y humanos en EEUU porque, aunque hay consenso sobre la urgencia de eliminar la amenaza terrorista, no lo hay respecto a cómo hacerlo.

Como parte de su lucha global contra el terrorismo, Estados Unidos se apoya en su poderío militar, sus servicios de inteligencia, y la colaboración de sus aliados en Europa, Asia, y el Medio Oriente.

En paralelo, para tratar de eliminar el “extremismo violento” dentro del país, la Administración Obama ha venido fortaleciendo desde 2011 una estrategia multi-agencial para apoyar los esfuerzos de la policía local y estrechar su acercamiento con grupos comunitarios, en particular en la comunidad musulmana.

El FBI creó este año una página web dirigida principalmente a los jóvenes y que, a manera de juego, educa al público sobre las raíces del extremismo violento y cómo combatirlo para “no ser un títere”

Evolución del terrorismo

Desde 2001, ante la tremenda respuesta militar de EEUU y sus aliados, los grupos terroristas han adaptado su estrategia y atacan, además de blancos militares, populares sitios de congregación pública, como cines, parques, bares, restaurantes, y centros comerciales.

En septiembre de 2014, un líder del grupo ISIS, Abu Mohammed al-Adnani, giró instrucciones a sus simpatizantes el mundo occidental a que atacaran las fuerzas policiales, de seguridad y de inteligencia, en EEUU, Canadá, Australia y Europa, recurriendo a cualquier método posible.

También han aumentado sus esfuerzos por reclutar a jóvenes musulmanes, especialmente menores de 30 años, donde quiera que estén.

No lo hacen con promesas de dinero sino haciendo un llamado al “jihad” y “pervirtiendo” la fe musulmana, -como reiteró ayer el presidente Barack Obama- , además de que promueven hábilmente una ideología extremista de “ellos contra nosotros”, según expertos.

En declaraciones a este diario, Farah Pandith, una experta en asuntos musulmanes en el Instituto de Política de la Universidad Harvard, indicó que la amenaza terrorista es compleja, tiene muchas piezas en movimiento, y el gobierno tiene que adecuar sus “herramientas” a cada componente.

“La ideología y estrategia de reclutamiento de grupos extremistas que promueven la violencia es otro componente clave, y en esa lucha hemos sido muy lentos para escalar nuestros esfuerzos” para frenar esas ideas entre los jóvenes, dijo Pandith, la primera “representante especial para las comunidades musulmanes” bajo la Administración Obama, entre 2009 y 2014.

Según Pandith, parte de la respuesta tiene venir de toda la comunidad internacional, incrementando “la guerra de ideas” para contrarrestar una ideología extremista que se propaga “como un virus” en el mundo, dentro y fuera del internet.

Retos de la lucha antiterrorista

Líderes republicanos y grupos conservadores afines han criticado los presuntos agujeros en la estrategia antiterrorista de Obama, y lo han acusado de ser “blando” con los terroristas.

El virtual candidato presidencial republicano, Donald Trump, lo criticó de no querer usar la frase “terrorismo islámico radical”, sugiriendo que Obama simpatiza con los extremistas.

Además reiteró su promesa electoral de suspender la entrada de musulmanes  a EEUU.

Pero Obama advirtió ante la opinión pública que sería un error “caer en la trampa” de grupos como ISIS y Al Qaeda, que querían atizar “una guerra entre el islam y EEUU, o entre islam y Occidente”.

“Si caemos en la trampa de pintar a todos los musulmanes con una brocha gorda, y sugerimos que estamos en guerra con toda una religión, entonces les estaríamos haciendo su trabajo”, señaló Obama.

Protecciones civiles

Estados Unidos, claro está, no tiene infinitos recursos para escudar todos los “objetivos blandos” de posibles ataques terroristas ni la policía puede estar en todas partes.

Además, grupos cívicos como la Unión de Libertades Civiles de EEUU (ACLU) han encabezado esfuerzos en defensa de la vida privada de las personas.

Mateen había estado bajo vigilancia de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) pero no lo arrestaron porque, al parecer, no había violado ninguna ley y la Cuarta Enmienda de la Constitución prohíbe las pesquisas y confiscaciones sin orden judicial y causa probable.

Es decir, la policía no puede arrestar a nadie solo porque piense que puede cometer un delito en el futuro.

Por ello, David Inserra, analista en temas de seguridad de la Fundación Heritage, cree que parte de la ecuación anti-terrorista debe incluir más fondos y herramientas para que la comunidad de inteligencia pueda frenar a tiempo a los terroristas.

“Estados Unidos también necesita hacer más por combatir la amenaza de grupos terroristas islámicos en el exterior? combatir al islamismo radical afuera es crítica para derrotarlo en casa”, aseguró Inserra en este blog.

El de Orlando es el vigésimo ataque o complot dirigido a sitios públicos en EEUU desde 2015, y el sexto este año –casi todos a manos de simpatizantes inspirados en ISIS y otros grupos extremistas islámicos-según la Fundación Heritage.

El objetivo de Washington es que no haya más, algo que no está garantizado y que, en medio de una reñida contienda electoral, se vuelve un imperativo para el gobierno.

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