El teatro boricua y la magia de mantener vivas las tradiciones

Actores y directores puertorriqueños usan el arte para preservar sus raíces, en una evolución que ha impregnado de sabor a la Gran Manzana

Eric Dominique-Pérez, protagonizará Crusade in Wonderland, una sátira política sobre Donald Trump

Eric Dominique-Pérez, protagonizará Crusade in Wonderland, una sátira política sobre Donald Trump Crédito: El Diario

Eric Dominique-Pérez nació en la Isla del Encanto, pero ha pasado la mayor parte de su vida en Nueva York, la ciudad que lo vio crecer y el escenario donde lleva años dejando su alma en las tablas.

El Gringuito, como lo llaman muchos, tras haber protagonizado un unipersonal con ese nombre, donde mostró sus raíces caribeñas y su inmersión en la cultura neoyorquina, destila teatro por los poros de su piel. Y más allá del talento y su disciplina, el creador de la compañía Dead Jibaros Productions, asegura con orgullo que en el mundo de la actuación lo mueve ese sabor de los puertorriqueños que le corre por las venas y el deseo de usar el arte como herramienta de conciencia social.

“El teatro nos ayuda a tocar temas como la identidad, como el sentirse orgulloso de mantener viva la historia y lo que tratamos de hacer es que la gente viva con nosotros lo que estamos mostrando, que vivan sus realidades y que como espectadores se vayan con algo que los ponga a pensar”, asegura Dominique-Pérez, quien actualmente trabaja en un nuevo proyecto, llamado “Crusade in Wonderland: Rise of the Drumpf”, dirigido por el cineasta Alejandro Marín.

“Es una sátira sobre la payasada en la que algunos políticos han convertido estas elecciones. Con nuestra pieza queremos mostrar que al final, por más odio que envíen y por más que el bully quiera asustar a todo el mundo, todos somos iguales”, agrega el puertorriqueño, quien el próximo año presentará el montaje “Brave Lord, a tribute to the Young Lords” , sobre activistas de antaño que le cambiaron la cara a Nueva York.

Rosalba Rolón, directora artística de Pregones y del Teatro Rodante Puertorriqueño, es otro de los rostros más sobresalientes del arte boricua en la Gran Manzana, y asegura que la evolución en las tablas ha dado lugar a una creación llena de belleza y calidad.

“Se ha ido creando una estética muy particular que combina toda la trayectoria cultural puertorriqueña. Esa que traemos de la isla y que combinamos con la experiencia de nuestra comunidad establecida aquí. El arte se ha ido transformando a través del tiempo, pero ante todo siguen persistiendo de manera muy enraizada nuestras tradiciones, pero con voces más amplias”.

La directora artística, quien de paso anunció que los dos proyectos culturalesque representa, decidieron unirse, manteniendo activas sus dos salas en Off Broadway y en El Bronx, agregó que otro de los baluartes del teatro boricua es la juventud.

“El teatro es un gran regalo para nuevas generaciones. Más allá de entretener, estamos brindando un campo de libertad para que ellos tengan sus propias expresiones. Le estamos dando a nuestras nuevas generaciones una maleta llena de herramientas culturales, donde se pueden afianzar y combinar el ayer, el hoy y el mañana”.

Y al mencionar qué es eso que tiene el teatro boricua, que le pone un sello inconfundible a sus manifestaciones en las tablas, la puertorriqueña no duda en afirmar que es el sabor de dos culturas.
“Nos decidimos desde el principio que la música en vivo en el escenario, junto a nuestras obras teatrales, nos ayudan a desarrollar movimientos muy puertorriqueños, entendidos y comunicados universalmente, al igual que los sonidos urbanos que nos da Nueva York”, comenta la boricua.

“Y el legado es crear esa trenza que se arme entre el boricua de acá, con el de allá. Que las temáticas reflejen esa configuración histórica y que una tanto a los que tomaron el barco y el avión y los que nacieron aquí, con los que están allá”.

Manuel Morán, director del Teatro SEA del Bajo Manhattan, coincide en que los artistas puertorriqueños siempre tratan de que las tradiciones no mueran, pero admite que viviendo en la Gran Manzana, el teatro adquiere una dimensión mayor.

“Al principio nuestro teatro surgió como una manera para reafirmarnos, para preservar nuestra lengua, nuestras tradiciones y nuestra idiosincrasia, era una forma de protesta y de reafirmación cultural. Pero ahora hay una cultura que nos invita a no dejar de ser lo que somos, pero sí a entrar a ser un tipo de teatro bicultural”, agrega el artista, quien reconoce con mucho orgullo que el SEA es el único teatro latino para niños en Estados Unidos.

Morán también asegura que el teatro como manifestación artística tiene el poder de salvar a jóvenes de caer en malos pasos, no solo ayudando a quienes lo practican sino también a quienes acuden a las salas, como ocurrió con la obra más reciente del SEA, “Desertores”, que abordaba la deserción escolar.

“Una obra como esta que acaba de terminar, envía un mensaje directo, pues presenta la vida de seis jóvenes latinos en high school y las decisiones que toman sobre la escuela. Lo que hacemos también es unir el arte con la cultura y la cotidianidad”, dijo el boricua, quien al ser interrogado sobre lo que le depara al teatro de sus raíces augura un buen futuro.

“Muy simple. El teatro latino y el puertorriqueño cada día está más fortalecido porque los niveles de calidad artística han crecido y siguen creciendo. La evolución se siente en Nueva York y sin duda vamos por buen camino. Vamos pa’ lante”.

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