Editorial: Una visita muy significativa

La parada de Obama en Hiroshima sirve para muchos propósitos

El 6 de agosto es una fecha que marca un antes y un después en la historia. La explosión de la bomba atómica sobre Hiroshima, Japón, despertó a la humanidad a un nuevo horror. A un arma con una capacidad de destrucción jamás vista, desde entonces hasta hoy, el mundo no es el mismo. La carrera entre naciones para obtener este tipo de armas es incesante y su amenaza a la paz mundial constante.

Se espera que el presidente Barack Obama hable precisamente de la amenaza de las armas nucleares durante su visita a Hiroshima, como una actividad aparte de la reunión de mandatarios  del G-7 que realiza en Japón. Esta es la primera vez que un presidente estadounidense llega a esta ciudad en donde por lo menos 140,000 civiles murieron en un infierno.

Esta es una visita difícil. A pesar que pasaron 70 años de la  Segunda Guerra Mundial, todavía la memoria y los rencores están frescos. Obama va a tener que maniobrar en un campo minado ya que cada una de sus acciones será vista con una interpretación que no estará desprovista de exageraciones.

Los estadounidenses, por ejemplo, todavía debaten sobre el uso de la bomba atómica en Hiroshima y tres días después en la ciudad de Nagasaki. Si la acción del presidente Harry Truman fue un crimen contra la humanidad o una acción militar que evitó la muerte de millones de personas que hubiera costado una invasión a Japón.

Obama dijo que no pedirá perdón por la acción estadounidense, pero su visita tiene un inevitable efecto conciliador, parecido al discurso en El Cairo sobre el islam al inicio de su presidencia o la apertura con Cuba. Para sus críticos internos Obama está en una nueva gira humillante.

La visita también preocupa a China y Corea del Sur que sufrieron los estragos de la invasión japonesa. Ellos resienten que Japón no haya hecho más para aceptar los horrores cometidos,  como la esclavitud sexual de 200,000 “mujeres de confort” para las tropas  japonesas. En estos países temen que la actitud Obama envalentone a los nacionalistas japoneses.

El camino ha sido largo para que un presidente estadounidense visite Hiroshima. Que bueno que Obama haya tomado esta decisión. Esto ayudará a reconciliar el papel de nuestro país con este capítulo de su historia, reforzará la relación entre Japón y Estados Unidos y recordará al mundo la capacidad de destrucción que tenemos en nuestras manos.

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