Trapos sucios y peligrosos en Nueva York

Trabajadores de lavanderías automáticas e industriales se enfrentan a condiciones insalubres que podrían poner en peligro su salud

El 80% de los trabajadores
en los casi tres mil laundromats de Nueva York son mujeres hispanas y caribeñas.

El 80% de los trabajadores en los casi tres mil laundromats de Nueva York son mujeres hispanas y caribeñas. Crédito: Pedro F. Frisneda | El Diario

Odalys Pereira lo ha visto todo. Desde ropa completamente vomitada o manchada con excremento humano, hasta sábanas y toallas impregnadas de semen y otros fluidos corporales.

La mujer, originaria de Puebla, México, trabaja en una lavandería automática desde hace seis años y asegura que ha tenido que “hacer milagros” para no infectarse o enfermarse con lo que ha encontrado en algunas prendas de vestir.

“En la ropa se encuentra de todo. Hemos visto preservativos usados, toallas sanitarias con sangre, pañales de niños sucios y hasta ropa vomitada. A veces la ropa trae olor a semen”, dice la mujer, quien agrega que en muchos casos tienen que utilizar químicos para remover la suciedad.

“Hacemos lo que se puede.  Tratamos de poner amoníaco, polvos, de todo. A veces tenemos que remojarla por varias horas y si no se le quita lo sucio volvemos a poner un ciclo para lavarla”, relata Pereira, quien trabaja en una lavandería automática ubicada en un barrio de Queens.

Pero la mugre y la falta de higiene –según narra Pereira– no son los únicos secretos que revelan las prendas usadas. Según la trabajadora, en los bolsillos de camisas y pantalones vienen medicamentos, pastillas y hasta restos de marihuana que fueron olvidados por sus usuarios.

Como esta mexicana, son miles los inmigrantes en Nueva York que trabajan en lavanderías automáticas (laundromats) donde es muy común que los neoyorquinos, por su estilo de vida tan acelerado y ocupado, lleven su ropa sucia para que se la laven y luego la recogen el día siguiente limpia y doblada (drop-off).

“La gente no tiene la delicadeza de enjuagar un poco en casa la ropa en la que se vomitó, sino que la envuelven y la meten en la bolsa de ropa sucia. A veces tiene un olor muy fuerte que no se puede aguantar, pero como este es nuestro trabajo tenemos que soportarlo”, indica Pereira.

Hemos visto ropa interior sucia con excremento. A veces pienso que no conocen ni el papel (toilette), como si estuviéramos en un pueblo hace años y no en el Siglo 21.  No es justo”, se queja la trabajadora mientras carga una de las máquinas de lavar para iniciar otro ciclo de 30 minutos.

Según la organización Laundry Workers Center (LWC), que vela por los derechos de estos trabajadores, existen unas 2,702 lavanderías automáticas en los cinco condados de la Gran Manzana y el 80% de sus trabajadores son mujeres hispanas y caribeñas.

“Además de fluidos corporales y sangre, muchos de estos trabajadores están expuestos a diferentes químicos pero no saben qué clase de químicos son y los efectos que pueden causar, porque no se les proveen ningún tipo de entrenamiento. Tampoco les dan protección como guantes o máscaras,” asegura Rosana Rodríguez-Aran, Co-directora Ejecutiva de LWC.

Su salud en riesgo

Aparte de los momentos desagradables y  nauseabundos que enfrentan estos trabajadores, quienes de paso ganan muy poco por lo que hacen –Pereira recibe $8.75 la hora– lo más preocupante son los peligros para la salud que enfrentan al manipular ropa con bacterias y microorganismos que pueden causar enfermedades.

Según expertos, en la ropa sucia, especialmente las prendas íntimas, se encuentran gérmenes y bacterias como E.coli y Salmonella, transmitidas por las heces y que pueden causar infecciones estomacales como disentería. Algunos incluso creen que existe riesgo de infectarse hasta con el virus de la hepatitis A.

“Lo que más me preocupa son las toallas sanitarias sucias, el excremento y el olor a semen. A uno le vienen muchas cosas a la mente. Piensas que puedes contaminarte con algo, que te puede dar un hongo en la piel”, señala Pereira.

Con la sangre me da miedo que me de VIH u otra enfermedad que no se puede quitar o que te obligue a estar en tratamiento por varios años”, añade la mujer quien para protegerse usa guantes desechables, que ella misma compra, para manipular la ropa de extraños.

Según explica la doctora Linda Delp, directora del Labor Occupational Safety &  Health Program en UCLA, si las sustancias peligrosas que se encuentran en la ropa no entran dentro del cuerpo, las personas no quedarán expuestas. “Esta exposición puede ser por respirar, tragar o porque entra en la piel mediante una cortadura o una inyección”.

Cualquier ropa que contenga sangre o cualquier fluido corporal que contenga sangre, que son casi todos, pueden ser infecciosos y la gente debe ser entrenada sobre cuáles son los peligros y sobre cómo manejar estos materiales”.

La experta sugiere a estos trabajadores tomar precauciones para que esta exposición no ocurra. “Si tienen heridas abiertas en la piel deben usar ropa que los cubra, además, los empleadores deben proveer guantes a sus empleados”.

A nivel general, según las quejas recibidas en las oficinas del LWC, la mayoría de estos trabajadores presentan problemas en la espalda, resequedad, irritaciones, hongos y eczemas en la piel de las manos, así como problemas en las vías respiratorias.

“Muchas veces esto les afecta la visión, porque sus ojos están expuestos a químicos y todo tipo de detergentes”, indica Rodríguez-Aran.

Uno de los problemas más preocupantes, según la activista, es que muchos de estos trabajadores no tienen seguro médico, por lo que si se enferman no tienen  a dónde acudir. “Lamentablemente no tienen muchas alternativas. Y por lo general, cuando no te pagan ni el salió mínimo, tampoco te proveen de días por enfermedad y muchos de ellos no conocen las leyes de compensación al trabajador, por lo que siguen trabajando y se siguen enfermando”.

La activista aconseja a los trabajadores que aprenda a conocer sus derechos para que puedan luchar y reclamar porque “están perdiendo algo tan importante como su salud y el bienestar de sus familias”.  

Las prendas de vestir que llegan más sucias a las lavanderías son la ropa interior.
Las prendas de vestir que llegan más sucias a las lavanderías son la ropa interior.

Un problema de escala mayor

La repugnante y hedionda realidad que viven los trabajadores de pequeños laundromats en las esquinas de los barrios neoyorquinos no es sólo sino el reflejo de un problema de grandes proporciones en nuestra ciudad.

Un reporte dado a conocer en mayo de 2015, indica que en las lavanderías industriales de la Gran Manzana, donde trabajan muchos hispanos, las precarias condiciones laborales y la falta de estándares de limpieza e higiene, representan una amenaza no sólo para la salud de los trabajadores sino para el público en general.

Según el reporte, en estos locales, donde se lavan sábanas, toallas y servilletas de tela de hoteles, hospitales y restaurantes, así como uniformes de trabajadores de la salud, se ha encontrado ropa sucia con residuos y contaminantes peligrosos, así como otras sustancias tóxicas.

Algunos empleados han reportado que tienen que manipular sábanas de hospitales cubiertas de vómito, heces, sangre y otros fluidos corporales que los pueden infectar.

Según explica la doctora Delp, las regulaciones de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA), buscan proteger a los trabajadores de la contaminación en las lavanderías. Por ejemplo, indica la experta, las personas no deberían estar manipulando cosas hasta el grado de que puedan estar expuestas.

“Nuestra experiencia con lavanderías que manejan las sabanas de los hospitales han sido problemas de contaminación con fluidos humanos, patógenos transmitidos por la sangre,  riesgo biológico y pinchazos con agujas”, comenta la experta. “Si la ropa está contaminada con químicos o fluidos corporales debe ponerse en bolsas diferentes,  con etiquetas especiales, que no goteen, y la gente no debe transportar esas bolsas cerca de su cuerpo”, aconseja la doctora Delp.

Los químicos deben ser identificados correctamente con etiquetas y los trabajadores deben ser entrenados adecuadamente sobre los peligros y cómo protegerse a ellos mismos”, agrega Delp.

Según la experta, también hay muchas lavanderías donde las personas están expuestas a ambientes muy calientes y pocos ventilados. “La gente debe tener acceso a agua para beber y deben tener el derecho de tomar descansos si lo necesitan. Porque si se deshidratan eso puede ser un gran problema”, dice Delp.

Otro problema en las lavanderías son caídas debido a que los pisos están mojados y resbaladizos. A esto se le suman dolores en la espalda y articulaciones por tener que trabajar muchas horas de pie y con poco descanso.

La situación empeora –según denuncian los mismos trabajadores—porque los dueños de estos establecimientos no proveen a los empleados de los guantes y  mascarillas que requieren para realizar  sin riesgo su labor, y otros cuidados básicos.  También se presentan problemas por la falta de ventilación adecuada y el uso de ciertos químicos para limpiar la ropa lo que los expone a riesgos al inhalar estos vapores.

A diferencia de las lavanderías residenciales o laundromats, las lavanderías industriales no son reguladas por el Departamento de Asuntos del Consumidor y no requieren licencias para poder funcionar.

Según el sindicato Workers United, las lavanderías industriales emplean a más de cinco mil personas en el área metropolitana, 75% de las cuales son hispanas.

Algunos tips de los expertos

  • Utilizar siempre agua caliente.
  • Lavar la ropa interior por separado y utilizar un poco de cloro.
  • Separar la ropa sucia de la ropa limpia.
  • Lavar con cloro las máquinas para matar cualquier bacteria que tengan.
  • Utilizar guantes desechables y mascarillas.
  • Lavarse bien las manos después de manejar la ropa sucia.

Consejos de seguridad

La Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) ofrece tips para que los trabajadores de lavanderías industriales se protejan de ropa contaminada. Para concer más visite la página: www.osha.gov/.

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