La muerte de Scalia desata un terremoto político en la contienda presidencial

Obama hizo historia en 2009 al nombrar a la puertorriqueña Sonia Sotomayor como la primera latina en el cargo vitalicio

US Supreme Court Associate Justice Antonin Scalia dies age 79

Crédito: Archivo | EFE

WASHINGTON.-  El presidente Barack Obama ha abierto un frente de batalla en la contienda presidencial al anunciar que nombrará pronto al reemplazo del fallecido juez conservador Antonin Scalia para el cargo vitalicio en el Tribunal Supremo, pese a que éste tendría nulas posibilidades de ser confirmado en el Senado.

La repentina muerte de Scalia (1936-2016), y su posible reemplazo, dominó hoy en los programas dominicales de la televisión estadounidense debido a que Obama tiene la oportunidad de cimentar un legado “progresista” en el Tribunal Supremo antes de dejar el poder en enero de 2017.

La muerte de Scalia tiene el potencial de movilizar a los votantes de ambos partidos,  tomando en cuenta la enorme influencia del Tribunal Supremo en los asuntos de la vida nacional.

Scalia deja un hueco en un momento coyuntural para el movimiento pro-inmigrante, porque el Tribunal Supremo prevé emitir un fallo en junio próximo sobre la legalidad y puesta en marcha de los alivios migratorios para hasta cinco millones de inmigrantes indocumentados.

El Tribunal Supremo no tiene la figura de un juez suplente, por lo que un posible empate de 4 conservadores y 4 progresistas en la corte dejaría en pie la decisión de dos tribunales federales de suspender “DACA” y “DAPA” hasta que se resuelva el litigio en su contra por parte de 26 estados. A menos que surja la remota posibilidad de que al menos uno de los otros jueces conservadores los apoye.

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Un terremoto en el Congreso y en la contienda

No se han anunciado los planes para el sepelio de Scalia, quien murió de causas naturales durante unas vacaciones en Texas, pero los republicanos, anticipando un triunfo en las urnas,  ya pusieron trabas: el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, dijo que su bancada prefiere que sea el próximo presidente quien decida el nombramiento, una demora sin precedente en la historia reciente.

Desde la contienda presidencial, el senador republicano por Florida, Marco Rubio, dijo hoy en un programa de NBC que, si gana la presidencia, seleccionará a un juez que comparta la ideología de Scalia.

En el mismo programa,  el senador republicano por Texas, Ted Cruz,  advirtió de que ahora hay más en juego en la contienda e insistió en que el Senado no tiene “ni una remota” obligación de al menos evaluar un nombramiento judicial.

Anoche, el  magnate Donald Trump reconoció que la muerte de Scalia es un “revés masivo” para el movimiento conservador  y, durante un debate republicano en Greenville (Carolina del Sur), pidió que los republicanos frenen a su reemplazo, recetando una estrategia de “demora”.

Del lado demócrata, Hillary Clinton y Bernie Sanders destacaron la urgencia de votar por un demócrata el próximo 8 de noviembre.

En la contienda presidencial, ya complicada con asuntos volátiles como la inmigración ilegal y la reforma de Wall Street, ahora se añade  el tipo de juez que cada precandidato nombraría al Tribunal Supremo.

Históricos nombramientos

Obama estaría haciendo su tercer nombramiento para la máxima corte de EEUU, después de que en 2009 designara a la puertorriqueña Sonia Sotomayor como la primera jueza latina en la historia del Tribunal Supremo, y a Elena Kagan al año siguiente.

Así, Obama tiene en sus manos el balance del poder en el Tribunal Supremo, que en su actual sesión estudia el futuro de casos relacionados con inmigración, el calentamiento global, la cobertura médica de anticonceptivos, y la financiación de sindicatos, entre otros.

Función del Tribunal Supremo

El Tribunal Supremo está integrado por nueve jueces vitalicios y, de miles de litigios en tribunales de menor instancia, a sus manos llegan poco menos de un centenar de casos.

Su función es desenredar las ambigüedades de leyes estatales y federales, y determinar si éstas se ciñen o no a la Constitución, y por lo tanto tiene la última palabra sobre un abanico de temas en la vida nacional, incluyendo los derechos de los homosexuales, la defensa de las minorías, la financiación de campañas electorales, y la política migratoria.

Entre los casos de mayor repercusión, el Tribunal Supremo eliminó la segregación racial en las escuelas en 1954, legalizó el aborto en 1973, dio luz verde en 2010 a donaciones sin límite para campañas políticas, respaldó partes clave de “Obamacare” en 2012 y 2015 y, también el año pasado, respaldó los matrimonios homosexuales en todo EEUU.

Estrategia de doble filo

La idea de bloquear el nombramiento  tiene la posible consecuencia de provocar una oleada de demócratas a las urnas.

Según el líder de la minoría demócrata del Senado, Harry Reid, el tiempo promedio para la confirmación de un juez del Supremo ha sido de 75 días desde la presidencia de Gerald Ford en 1975.

“El Senado tiene la responsabilidad de llenar las vacantes lo más pronto posible. No llenar esta vacante sería una vergonzosa abdicación de una de las obligaciones constitucionales más básicas del Senado”, dijo Reid.

Una demora injustificada, y por motivaciones políticas -el juez Anthony Kennedy fue confirmado en un año electoral en 1988-, pintaría a los republicanos como obstruccionistas y pondría en aprietos la reelección de algunos republicanos en contiendas reñidas, como es el caso en Ohio y New Hampshire.

El exasesor político de Obama, David Axelrod, destacó que el asunto podría beneficiar a los demócratas en las urnas.

La huella de un “ícono”

Fallecido a los 79 años de edad, Scalia fue nombrado al cargo por el entonces presidente Ronald Reagan en 1986, y dejó su huella conservadora en la estricta interpretación de la Constitución tal como la concibieron los fundadores del país.

Desde el estrado, Scalia inclinó la balanza a favor de la controvertida elección presidencial de George W. Bush en 2000 contra el demócrata Al Gore, y a favor de las donaciones políticas sin límite en 2010.

Como ícono del movimiento conservador e inamovible en sus ideas, Scalia también defendió la tenencia de las armas, la libertada religiosa, la pena de muerte, la libre expresión y la propiedad privada, además de que se opuso al aborto y a los matrimonios gay.

Lo irónico, según expertos, es que los conservadores, que se arropan con la Constitución, intenten ahora interrumpir las funciones de una  institución venerada por Scalia y a la que dedicó tres décadas de su vida profesional.

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