El drama humano en las cortes de inmigración

Para muchos de los inmigrantes que logran llegar a EEUU el viacrucis apenas empieza

En el año fiscal 2015, un total de 39,970 menores no acompañados fueron detenidos en la frontera.

En el año fiscal 2015, un total de 39,970 menores no acompañados fueron detenidos en la frontera. Crédito: | (Archivo/El Diario)

En un primer momento, el joven dolorosamente delgado, con una sonrisa como una luz casi por apagarse y una voz suave a quien voy a llamar Sebastián, no quería hablar conmigo. Estábamos esperando afuera del tribunal de inmigración en el 26 de Federal Plaza. Insistí, aun en contra de su resistencia y a través de mi traductor, le pregunté de nuevo para que me contara su historia.

“No fue tan malo”, insistió con un encogimiento de hombros y una sonrisa tímida. El viaje desde Guatemala tomó un mes, 10 días en México luego una semana en el desierto de Texas. Allí, el grupo que viajaba con él se  quedó sin comida y agua, estuvieron vagando durante tres días hasta que encontraron un manantial sucio. Filtraron agua usando sus camisas y bebieron a través de la prenda. “No teníamos otra opción. Lo necesitábamos”, recordó.

Habían comenzado como un grupo modesto, que en un momento aumentó a 30, pero en el instante en que entraron en Texas, sólo habían quedado 12. Algunos no quisieron hacer el cruce a través del desierto. Ellos no podían mantener el ritmo, se desmayaban por el calor o la falta de alimentos. Ellos “se quedaron”, le dijo a mi traductor.

Eso fue hace tres años, cuando tenía 17 años. Le pregunté qué lo llevó a los Estados Unidos. Él respondió simplemente: “Salir adelante”, la búsqueda de una oportunidad de salir adelante en la vida, para hacer algo de sí mismo, lograr el sueño americano, dijo en español coloquial. No hay nada en su pequeño pueblo, agregando: no hay trabajo, no hay futuro, no hay nada que un hombre joven pueda hacer. Desde que llegó aquí, él consiguió trabajo como carpintero y pintor. Le gusta aquí. Él está feliz.

“Todo el mundo tiene una historia”, insistió de nuevo, mostrando su valentía. “Para algunos, es una aventura. Para otros es triste”. No quiso decir cómo se debe etiquetar su propia historia, pero sonrió de nuevo y miró a lo lejos.

El mayor grupo de personas que actualmente pasan por los tribunales de inmigración estadounidenses proviene de América Central. De acuerdo con información del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), ellos componen el 56 por ciento de las personas a las que el DHS trató de deportar en 2014, y el 42 por ciento en 2015. Ellos huyen de las horribles condiciones en sus países de origen, Honduras, Guatemala y El Salvador, donde el asesinato y la violencia de las pandillas se han intensificado en los últimos años. (Por el contrario, la inmigración desde la relativamente tranquila Nicaragua es más rara.) En 2014, el 21 por ciento de aquellos a quienes el DHS trató de deportar provenía de Honduras, siendo el segundo año consecutivo en el que Honduras se llevó el título de la capital mundial del asesinato.

El viaje es agotador. Para llegar aquí desde América Central, tienen que pasar por el territorio de las pandillas, las cuales atacan específicamente a los migrantes. A menudo han viajado en trenes peligrosos de los que muchas personas se han caído y perdido extremidades y, a veces inclusive sus vidas. Los migrantes son secuestrados, mantenidos así hasta que se pague por un rescate, torturados, asesinados; son extorsionados por las bandas y los funcionarios por igual. Algunos no pueden seguir el ritmo y se quedan atrás y mueren al cruzar el desierto de Texas o Arizona. Los que continúan adelante, a menudo se encuentran con cadáveres tendidos en la arena, o esqueletos limpios tras ser devorados por animales salvajes. Entre el 60 y 80 por ciento de las mujeres que pasan de América Central a Estados Unidos son violadas en México de acuerdo con las estimaciones más recientes. Las madres que ya están en los Estados Unidos que deseen traer a sus hijas aquí desde estos países, se conoce que envían por correo pastillas de control prenatal a sus hijas antes de que emprendan el viaje, en medio del cual suelen quedar embarazadas cuando son violadas casi inevitablemente.

“No sabemos cuántos niños no han sobrevivido a los viajes”, expresa Jojo Annobil, el abogado a cargo de la unidad de abogados de Inmigración en la Legal Aid Society. “Esta es una historia no contada”.

“Cuando nos fijamos en la situación en la Europa de hoy y vemos esas fotos de niños que se ahogan en el mar, usted puede relacionar esto con el hecho de que esto ha estado sucediendo en nuestro patio trasero durante años, sólo que no los vemos porque muchos de estos niños se quedan en el camino y probablemente son presa de los animales salvajes”.

Pero los que lo hacen se enfrentarán con otro calvario. Tan sólo en 2013, más de 400,000 personas fueron deportados de los Estados Unidos, más de la mitad de ellos extranjeros sin antecedentes criminales, lo que significa que no fueron escogidos, ya que fueron declarados culpables de un delito. La Administración Obama ha deportado a más de 2 millones de personas, más que cualquier otro presidente en la historia de este país.

A raíz de la llegada de 70.000 menores no acompañados en 2014, Obama prometió dar prioridad a estos casos. “Esto incluye el cumplimiento de nuestra obligación legal y moral para asegurarnos de que cuidemos apropiadamente a los niños no acompañados que son detenidos, mientras se adoptan medidas agresivas para generar recursos, fortalecer nuestra frontera y disuadir a adultos y niños a hacer este peligroso viaje”, escribió en una carta, con la que llamó la atención sobre “oleada” de casos.

“Este aumento de recursos significa que los casos se tratarán de modo transparente y tan pronto como sea posible, garantizando la protección de los solicitantes de asilo y refugiados al tiempo que permita la rápida eliminación de los individuos que no califican para el asilo u otras formas de alivio de remoción”, escribió el presidente. Algunas cifras de estos aumentos, en particular, los casos de mujeres con niños, se llevan a cabo en centros de detención a lo largo de la frontera.

Esta oleada de casos ha sido puesta en la parte superior de lo que se conoce como “el expediente”, la lista de los procesos que tienen que ser atendidos por los tribunales de inmigración del país, causando estragos al ya sobrecargado sistema. Los inmigrantes que han estado litigando sus trámites desde hace muchos años, han visto como sus casos han sido postergados, algunos tan lejos como para el 2020.

“Es tan difícil de entender lo mal que la Administración Obama manosea estos temas de ajuste”, dijo Peter Markowitz, director de la Clínica de Justicia de Inmigración de la Cardozo Law School. “Tenemos niños, mujeres y varones que huyen de la violencia horrible, pasando por tremendos peligros para llegar a Estados Unidos. No se puede hablar de ellos como una oleada peligrosa, en vez de la crisis de refugiados que es en realidad y encerrarlos en masa en los centros de detención… es realmente terrible”.

Pero los problemas en la corte de inmigración no se derivan de la oleada; el aumento sólo ha exacerbado la crisis de un sistema que se derrumba por su propio peso. En agosto de 2015, hubo un retraso de casi medio millón de casos de inmigración pendientes. El tiempo promedio de espera es de 648 días o más. Un informe de 2011 encontró que los inmigrantes reciben “inadecuada” asistencia legal en el 33 por ciento de las veces y de “claramente insuficiente” en el 14 por ciento de las oportunidades que reciben asistencia.

Y esos son los afortunados que tienen un abogado; al menos dos tercios no tienen ninguna representación en absoluto. En la gran mayoría de los casos, hay una serie de abogados del gobierno entrenados para argumentar por la deportación del inmigrante.

El futuro de los inmigrantes que tratan de permanecer en este país está determinada por un tribunal integrado por sus propios jueces, caóticos, disfuncionales y en un estado de crisis, lo que lleva a algunos a preguntarse si la ley se está aplicando con justicia.

Una puerta estrecha

El año pasado, en respuesta a la crisis de los niños no acompañados, Estados Unidos creó el Programa para Menores Centroamericanos para permitir que los niños con un padre estadounidense, que de otra manera podría enfrentar la violencia en su país de origen, pueda solicitar el estatus de refugiado cuando aún está en su país. En teoría, el programa se supone que es una manera para que los niños tengan acceso al sistema sin tener que hacer el viaje peligroso. Pero hasta el momento, el programa no ha aprobado un solo niño.

También se permite un pequeño número de inmigrantes con “habilidades extraordinarias” a permanecer en los Estados Unidos. Cada año, al igual que 70,000 refugiados, aunque en 2015, sólo 2,300 visas de refugiados fueron asignadas a América Latina y el Caribe, mientras que ese número está aumentando ligeramente, a 3.000 en 2016, es en definitiva, como una gota en el mar.

Estados Unidos firmó el Protocolo de 1967 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, que define al refugiado como una persona que tiene miedo de regresar a su país debido a un temor bien fundado de persecución a causa de una “situación en particular” como la raza, nacionalidad, religión, opinión política, o la que está en contra de un grupo específico, como los homosexuales, por ejemplo. Estas categorías se desarrollaron en los años 1950, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, un sesgo que todavía ensombrece el panorama.

“Las categorías fueron decididos por los blancos para los hombres blancos”, dice Jason Dzubow, un abogado especializado en asilo del área de D.C. que escribe el blog The Asylumist. En los años siguientes, las políticas han evolucionado algo para ayudar a las mujeres, los gays, las víctimas de la violencia doméstica y la mutilación genital femenina. Pero, como todo lo relacionado con la inmigración, fue más el resultado de los abogados que promueven la definición de qué es la ley, que el resultado de un debate dentro de la legislatura y el Congreso para encontrar una nueva definición”, dijo Dzubow.

Los refugiados deben solicitar ese estatus desde el exterior, pero una persona que ha entrado en Estados Unidos y que califica para el estatuto de refugiado por temor a persecución en su país de origen puede solicitar un estatus diferente, como el asilo, un año después de entrar en el país. Los casos de asilo se deciden en los tribunales de inmigración.

Tal vez lo que más llama la atención a la mayoría de nuestros actuales inmigrantes, es que la ley de inmigración de los Estados Unidos no reconoce que huir de la violencia de pandillas es una causa viable para el asilo. Una persona que cita el miedo de regresar a su país de origen por un mal social que afecta a todo el mundo, como son las pandillas que aterrorizan los barrios, o una guerra civil, el asilo puede ser difícil de lograr.

Hay una cantidad asombrosa de variabilidad en los resultados de peticiones de inmigración a partir del juez que es asignado a un inmigrante. Un sitio web auspiciado por la Universidad de Syracuse que da seguimiento de estas estadísticas encontró por ejemplo, que entre 2009 y 2014, el juez de Los Ángeles Rachel Ruane negó el 94 por ciento de los 103 casos que ella presidió, mientras que el juez Stephen Sholomson, también un juez de inmigración de  Los Ángeles, negó poco menos de 24 por ciento de los 272 casos que atendió.

La imparcialidad del juez de inmigración es el factor que se busca en un caso de asilo. La función del juez es determinar si el inmigrante, llamado “el peticionario”, dice la verdad y enfrenta a una amenaza en su país de origen sobre la base de las categorías señaladas en la ley de inmigración. La carga emocional de este rol es increíblemente alta. Una encuesta de 2007 encontró que los jueces de inmigración tienen una tasa de desgaste más alta que los guardias de la prisión. Los jueces, cuya “enorme cantidad de casos consisten en una tras otra historia horrorosa de sufrimiento, están en riesgo de estrés, estas condiciones hacen que las veredictos resolutorios sean mucho más difíciles”, según la encuesta.

Un reto para ICE

Pero el abrumador expediente es un reto para la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE).

“El expediente es enorme y sigue creciendo”, dijo en noviembre Wen-Cheng Ting, el jefe de la oficina legal de ICE en Nueva York, en su oficina en Federal Plaza. “Parcialmente, es una cuestión de oferta y demanda”, explicó. Hay un montón de personas que quieren tener la oportunidad de permanecer en los Estados Unidos, y que tienen derecho a un debido proceso. Pero la cantidad de personal de ICE y los jueces de inmigración se basan en factores que no reconocen la complejidad de la evolución de la ley en los últimos años. Cuando le pregunté si la política juega un papel, Cheng sonrió y dijo: “No puedo responder a eso”.

Cheng supervisa los 85 abogados que representan al gobierno en la corte de inmigración en Nueva York. Ella ha trabajado en ICE por cerca de 20 años.

“Lo hago porque soy hija de inmigrantes”, dijo. “Soy un inmigrante porque mis padres vinieron a Estados Unidos cuando tenía tres años de edad. Soy creyente del hecho de que la inmigración hace grande a este país. Es sólo que tenemos que buscar la aplicación de las leyes de inmigración para que el sistema pueda funcionar de la forma que establece el Congreso y beneficiar a quienes deben beneficiar y proteger”.

Cheng ve una parte crucial en el rol de su oficina protegiendo el sistema tanto como a aquellos que fue designada a asistir, dada la mayor vulnerabilidad de las cortes de inmigración de Estados Unidos por los fraudes. Ella insiste en que hay mucho de eso. “Por algunas de las mismas razones que hacen que el sistema sea inmenso, también pueden hacer que sea vulnerable”, dijo Cheng.

Explicó que las leyes están configuradas de modo que el testimonio de una persona tiene mucho peso en la corte, sin necesidad de una gran cantidad de pruebas documentales. En la práctica, Cheng continuó, si usted es un verdadero refugiado y está huyendo, puede que no tenga los documentos con usted para probar o refutar su afirmación de pertenencia a un determinado grupo social. Por tanto, los tribunales tienen que confiar en la palabra de una persona, creando de esta forma vulnerabilidades. “Lamentablemente, cuando usted tiene un sistema que depende mucho del testimonio de una persona, existe allí esa oportunidad para el fraude”, explicó Cheng. “Algunas personas entrar y no dicen la verdad, incluso bajo juramento ante la corte”.

Otros maquillan sus reclamos o de plano fabrican sus historias, dijo Cheng; mienten acerca de tener matrimonios reales o sobre las circunstancias del país que están huyendo. “Y hay abogados inescrupulosos que también se involucran con estas historias fraudulentas”.

En Federal Plaza y Varick Street, los dos tribunales de inmigración de Nueva York hay largas listas de abogados de inmigración que están inhabilitados de ejercer. Algunos están procesados, como un caso de alto perfil reciente donde fueron acusados 30 abogados, así como sus asistentes, todos ellos acusados ​​de fraude de inmigración en la comunidad china.

Cheng, que antes era abogado de inmigración en la práctica privada, entiende, la posición de los abogados. “Como abogado privado, sólo piensan en el cliente”, dijo. Pero como representante de ICE, “nuestros objetivos aquí están determinados desde Washington. Nuestras prioridades pueden cambiar y cambiar con el tiempo. Uno simplemente se siente que hay factores que son a veces más grandes que cualquier caso en particular”.

Le pregunté a Cheng si alguna vez sintió que esos factores políticos se toman en cuenta para administrar justicia a las personas.

“No puedo responder a eso”, dijo de nuevo con una sonrisa.

Leer la versión en inglés en: CityLimits.org

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