Madres-niñas: el drama del embarazo adolescente en México

A pesar de los programas de prevención de embarazados adolescentes, éstos se siguen registrando

Los López fueron padres a los 14 años

Los López fueron padres a los 14 años Crédito: Gardenia Mendoza

MÉXICO – A los 14 años, José Luis López y su novia Mariluz Morales ya sabían lo que eran los desvelos para atender a un bebé, el costo de la ropa, los pañales y los biberones. Diez años después, siguen en las mismas porque acaba de nacer su cuarto hijo que está enfermo y llevan en brazos al Centro Médico Siglo XXI de esta capital.

“Las enfermedades han sido lo más difícil de llevar: las gripas constantes, la tos, los medicamentos”, afirma José Luis. “Fuimos padres muy pronto pero al menos permanecemos juntos porque la mayoría de mis amigas y las adolescentes que yo veo son madres solteras y tener a un niño sola es más difícil”, agrega Mariluz.

La pareja es parte de una estadística que tiene de cabeza al gobierno: 400,000 niños que cada año nacen en México son producto de embarazos adolescentes, una cifra que ubica al país con la tasa más alta en este rubro entre las naciones que integran la Organización para la Cooperación y la Docencia Económica (OCDE): tres de cada 10 partos.

Según el informe Embarazo Adolescente y Madres Jóvenes, publicado en 2013 por la Secretaría de Educación Pública, las autoridades no encuentran con certeza la causa de esta tendencia a la alza incluso por encima de países con el mismo nivel socioeconómico y a pesar de que actualmente hay más información sobre el uso de anticonceptivos y más programas de prevención del embarazo.

“Al parecer ahora los jóvenes están más informados y más libres, pero no encuentran un punto medio entre la responsabilidad y el uso de su cuerpo”, señala la investigadora Paloma Villagómez, analista del informe.

Mariluz Morales, quien hoy es sólo una ama de casa mientras su esposo trabaja como tendero en una cadena de abarrrotes,  tiene su propia explicación del embarazo a los 14: “En ese tiempo mi novio y yo encontramos una manera de huir de los problemas de nuestras familias: nuestros padres siempre estaban peleando, había maltrato familiar, golpes, divorcios y eso era muy triste”.

Unos pasos detrás de los López, Angélica Vega, de 16 años, entra corriendo al hospital para una cita médica que tiene con su pequeña hija de año y medio quien nació con una malformación genética en el corazón y tiene que ser periódicamente revisada: “Cuando nació le daban dos días de vida y yo decidí dejar mis estudios para atender a mi hija”.

Para su buena suerte cuenta con el apoyo de sus padres mientras ella trabaja como recepcionista en una fonda y así conserva el seguro médico. “Soy madre soltera, el papá de mi niña  es un año menor que yo (15 años), trabaja en un taller mecánico y me da muy poco dinero”.

Con todo, Vega “no se arrepiente” y aunque en el Distrito Federal está legalizado el aborto, no es algo que pasó por su mente. “No hubiera podido hacerlo”, dice.

La preocupación recae del lado oficial porque como Angélica el 80% de las muchachas que se embarazan adolescentes dejan los estudios.

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