Mujeres latinas hacen negocio de lo usado en Brooklyn

Latinas de Sunset Park lograron su independencia económica gracias a la venta de artículos de segunda mano

Feria en iglesia

Feria en iglesia Crédito: Gerardo Romo | El Diario

NUEVA YORK — Seducidos por el espejismo de un retiro temprano, la mexicana Aida Dávila, su esposo y su hijo, usaron los ahorros de 25 años de trabajo constante para establecer, hace cinco años, una pequeña tienda de 99 centavos. Sin embargo, un alquiler inclemente y las escasas ventas los llevaron a la ruina.

El pintoresco negocio en Sunset Park cerró sus puertas en menos de dos años, pese al esfuerzo de la familia por mantenerlo a flote.

“No  recuerdo cuánto  invertimos, pero fue todo lo que teníamos”, contó Dávila, quien lleva la mitad de su vida viviendo en ese barrio latino de Brooklyn. “Mi esposo se decepcionó tanto que vacío la tienda dispuesto a tirarlo todo a la basura”.

Feria en iglesia
María Irma Verduzco acomoda la ropa usada del puesto de su amiga Juana Torres. (Foto: Gerardo Romo/EDLP)

Pero la madre de tres profesionales sacó provecho de la situación sin imaginar que el fracaso en un negocio la llevaría a ser exitosa en otro.

Buscando qué hacer con la mercancía almacenada en su apartamento, Aida dio con un mercadito improvisado en la acera de la iglesia luterana de San Jacobo, en la esquina de la Cuarta avenida y la calle 54. Allí todos los viernes y sábados, desde hace dos años, un grupo de cinco mujeres hispanas venden artículos de segunda mano, como parte de sus esfuerzos para ayudar a mantener su hogares, pero también para lograr su independencia económica.

“Somos mujeres luchadoras que nos ganamos la vida vendiendo lo que otros ya no quieren”, explicó Aida. “Aquí vienen madres que no pueden pagar un suetercito de $20 para sus niños y abuelos que no tienen ni $10 para comprarse un par de zapatos”.

Las mujeres colaboran en las actividades comunitarias de la iglesia a cambio del permiso para establecerse en la acerca desde las 5:00 a.m. hasta las 6:00 p.m., un trato que beneficia a los residentes y ayuda a la economía local.

Las sombrillas de playa y los toldos de tela atados con mecates protegen a las comerciantes de los caprichos del clima. En mesas y mamparas, las mujeres acomodan meticulosamente zapatos, ropa, carteras y hasta electrodomésticos.

Feria en iglesia
El mercadito, como lo llaman los residentes de Sunset Park, es el alivio para la cartera de las familias más pobres. (Foto:Gerardo Romo/EDLP)

La mayoría de los artículos son donaciones de los miembros de la comunidad, pero las vendedoras también reciclan objetos de sus propios hogares.

“Cada fin de semana vengo a vender lo que sobró de mi tiendita de 99 centavos, aunque sea para recuperar una mínima parte de lo invertido”, comentó Aida, una trabajadora de casa y niñera eventual. “Esto es mi ‘par time’. Aquí me gano unos dolaritos, pocos pero seguros”.

Ayuda para familias pobres

Para algunos residentes de Sunset Park, el mercadito afuera de la iglesia de San Jacobo es la tienda departamental de las familias pobres.

“Los ricos vienen a donar ropa de marca con la etiqueta todavía puesta. Lo que para ellos es basura, para mí es un tesoro”, dijo la dominicana Mariana Vélez, una asidua compradora.

La trabajadora de casa y madre soltera contó que cada fin de semana llega al mercadito dispuesta a llevarse las mejores prendas.

“Con dos niños en casa, cada centavo cuenta”, sostuvo. “Con mi sueldo de $400 semanales comprar en las tiendas es un julo. Estas vendedoras son ángeles para madres como yo”.

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Los puestos de artículos de segunda mano se establecen desde hace dos años afuera de la iglesia de San Jacobo. (Foto: Gerardo Romo/EDLP)

La ecuatoriana Luz Maldonado, otra comerciante, contó que se inició en el negocio de lo usado vendiendo artículos de su hogar y donaciones de la empleadora de su hija.

“Mi esposo es taxista y trabaja duro para que nada falte en casa, pero soy una mujer con iniciativa que quiere ganarse su propio dinero”, afirmó. “En este negocio soy mi propia jefa, me mando sola”.

Maldonado, una residente de Staten Island, instala sin ayuda el toldo improvisado de su puesto y carga pesados bultos de ropa, decidida a trabajar hasta el anochecer.

“Hay mucha pobreza”, se lamentó. “La gente se pone con gusto lo usado como si fuera nuevo, cumplen su ilusión de estrenar”.

Joseph, un donante que prefirió no dar su apellido, dijo estar orgulloso de contribuir en el negocio de mujeres latinas que buscan ser autosuficientes. “Estás damas no esperan la ayuda de la beneficencia pública, por el contrario, están sirviendo a su comunidad”, destacó.

Entre el negocio y la caridad

La mexicana Juana Torres, quien lleva una década dedicada a este negocio, dijo que las familias más necesitadas buscan descuentos incluso en la ropa más económica.

“No es algo para hacerse rico”, dijo la comerciante. “Las donaciones nos ayudan a mantener el negocio, pero también son un desahogo en la cartera de los más pobres”.

Doña Juanita, como la conocen en el vecindario, comentó que por día atiende unos 60 clientes que compran entre una y tres prendas por precios que empiezan desde el dólar. Su amiga por 25 años, María Irma Verduzco,  la ayuda con las ventas del día y arregla con paciencia los artículos que los clientes desordenan.

“Hay días tan ocupados que no tenemos tiempo ni de almorzar”, dijo María Irma. “Estamos haciendo comunidad, todos nos ayudamos de alguna manera”.

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María Irma Verduzco muestra la ropa que vende afuera de la iglesia de San Jacobo en Sunset Park. (Foto: Gerardo Romo/EDLP)

El negocio de lo usado es un trabajo duro, afirmó Torres. La labor comienza clasificando las prendas en mejor estado, se lavan y se almacenen cuidadosamente en bolsas plásticas. La ropa y los zapatos se exhiben por secciones, como en una tienda departamental. El cliente puede buscar en el área de niños, mujeres y varones.

“La mercancía debe estar impecable, como si se la fuera a poner un rey”, aseguró Torres. “La limpieza es lo primero”.

Pocas ganancias

Las comerciantes calculan que pueden ganar entre $50 y $150 por día, dependiendo del clima. En el invierno las ventas no son tan buenas como en el verano. La mayoría de los artículos cuestan menos de $10, e incluso prendas nuevas pueden venderse hasta en 70% menos que su precio original. Algunos clientes compran ropa por bultos para enviarlos a sus países, especialmente en Navidad.

 

 

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