Más austeridad no amparará a Puerto Rico

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Crédito: EFE

Cada crisis conlleva oportunidades. En la crisis económica en Puerto Rico los buitres de inversionistas multimillonarios se aprovechan de las caídas de gobiernos al comprar deudas en 35 centavos por cada dólar de deuda. Después exigen más impuestos, más recortes de servicios públicos, menos sueldos y más despidos. Se estima que de los $73,000 millones de deuda en Puerto Rico los buitres se adueñaron de entre un tercio hasta la mitad. Ellos ven oportunidad.

La deuda es insostenible así lo admitió el gobernador Alejandro García Padilla. Ni la despedida de más de 30,000 trabajadores gubernamentales desde 2008 o el establecimiento de nuevos impuestos pudo demorar la crisis. Recortes a las escuelas y universidades, tampoco. En el ambiente político de la isla la contabilidad de cada administración en la Fortaleza provee otras oportunidades de aprovecharse en las urnas electorales.

Puerto Rico carece de las vías legales para reestructurar su deuda. Como es un territorio no-incorporado a los Estados Unidos no tiene acceso a las protecciones de las cortes de bancarrota como cualquier municipio o condado. Como es una colonia sin poderes soberanos no recibirá amparo del Fondo Monetario Internacional. Su legislatura adoptó una versión de la ley de bancarrota pero sus acreedores se quejaron en la corte federal americana y suspendieron la ley. Para los proponentes de una solución al estatus de la isla, la crisis económica representa otra oportunidad para exigir una solución final.

Más de 60% de puertorriqueños en la isla depende en demasía del Medicaid y Medicare paran cubrir sus gastos de salud. Pagan los mismos impuestos de Medicaid como en los Estados Unidos pero reciben menos reembolsos porque viven en un territorio. Sin una inversión adicional casi un millón de sus residentes perderán su cobertura de seguro médico a fines de 2016. Los activistas en el campo de salud quieren enaltecer este tema para asegurar reformas en lo que debe de ser un derecho básico.

Puertorriqueños en la diáspora en solo diez años crecieron tanto que la diferencia entre el número de boricuas en la isla y en la diáspora cambio de casi la mitad en ambos lados a una diferencia de un millón de puertorriqueños. La Florida es el lugar preferido hasta el momento. Y en Orlando la semana pasada la diáspora se reunió para unir las fuerzas sin consideración de diferencias sobre el estatus. La oportunidad aquí se encuentra en el nuevo poder político que viene con el voto boricua.

Pero la oportunidad más grande en esta crisis está en la Casa Blanca. Al fin y al cabo son las decisiones del Congreso y el presidente Barack Obama que aceleraron la crisis. Corporaciones americanas gozaron de sus ganancias derivadas de impuestos bajos y el Congreso al negarle el acceso a la ley de bancarrota protege los buitres inversionistas que no quieren oír nada de reestructuración. El Presidente  ayudó a los bancos de Wall Street y a las empresas de manufactura de autos, dizque porque son demasiados grandes para fallar.
¿Y Puerto Rico, Sr. Presidente?

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