Las costumbres más irritantes en el gimnasio

Con toda honestidad, es probable que te veas reflejada en uno o más casos

gimnasio

Todas las muestras de vanidad en el gimnasio causan enorme escozor entre nuestros lectores. Crédito: Shutterstock

Los que gritan cuando levantan pesas. Los que no usan toallas en las máquinas. Los que las dejan todas sudadas. Los que no colocan las mancuernas en su lugar después de usarlas. Los que no las sueltan nunca.

Cuando les preguntamos a ustedes, nuestros lectores, cuáles son las costumbres más molestas en el gimnasio, nuestra convocatoria no pasó por debajo de la mesa (o de la barra fija).

Un hombre tomándose un selfie en el gimnasio

Vía email, Facebook y Twitter obtuvimos una rica variedad de anécdotas, salpicadas de quejas y reclamos, para los oídos de quienes quieran escucharlas… “Por eso yo en lugar de dar mi dinero al dueño del gimnasio, compro mis propias máquinas”, nos dice Fernando Flores vía Facebook. Pero para la mayoría de nosotros no existe esa opción.

Así que, como terapia o como un llamado a la reflexión (¿eres tú, amigo lector, una de las víctimas o de los ofensores en esta historia?), aquí van esas costumbres irritantes que aquí agrupamos en cuatro grandes categorías.

1. Higiene

Los “delitos de higiene” son, quizás, de las prácticas más irritantes.

Personas en una clase de spinning

“Lo más asqueroso es que alguna persona sude y deje todo mojado y que tenga mal olor y de paso te chispee de su sudor“, dice Vanessa Pagui vía Facebook.

Carmiña Adriázola va un paso más allá, y señala a quienes “no se bañan antes de ir al gym y cuando empiezan a calentar expulsan toda su maldad por los poros”. A lo que Jaime Quinche le responde: “Es que con eso están marcando su territorio”.

Territorio o no, muchos recuerdan la sana costumbre de usar una toalla. No hacerlo es “totalmente anti-higiénico”, comenta Tomás, en Maracay, en el centro de Venezuela.

“Una vez me hice una pequeña herida en una mano en el gym (no tenía los guantes) y luego se infectó levemente, creo que la razón fue el haber tocado un colchón sudado”.

Un poco en la misma línea, también hay quien encuentra molesto que otras personas usen guantes sin lavar, “apestosos a sudor”, o “el que usa la misma ropa una y otra vez”, como dice Camilo Arbeláez en Bogotá, Colombia.

Una persona en los baños de un gimnasio

Pero puede ser peor: “que no haya jabón en el baño del gimnasio o que no haya agua“, apunta Oscar, en la ciudad de Medellín. O te puedes encontrar, como Moy AG, con “los que agarran la secadora de pelo de los baños para secarse la entrepierna, las axilas y los pies”.

Y si tienes mucha mala suerte, quizás te toque, como a Juan Carlos Hernández (vía Twitter) ‏”que alguien escupa en el bebedero de agua #Eeeeewwwww”.

2. Consideración

Aquí las costumbres más aborrecidas pueden dividirse a la vez en dos: uso de máquinas y uso de teléfono. Y a veces, se da la combinación de las dos: como en el caso que de quienes usan las máquinas para sentarse a hablar o chatear por teléfono.

“Sinceramente soy un novato en el gimnasio -confiesa Fabián Arias, en Ecuador, vía Facebook- pero lo que más me molesta de la gente, es que tomen una máquina o equipo y después no lo usen sino se ponen a conversar con un amigo“.

Una persona que usa el teléfono en una bicicleta estática

“(Son irritantes) los que se apoderan de las máquinas pero a chatear. Cómo odio eso. Yo sí les digo que se muevan”, dice Edinxon Pérez.

Pero también nos reportan el caso de las personas que se toman todo su tiempo en las máquinas, “donde perfectamente en el lapso de descanso podrían trabajar dos personas, pero no; prefieren descansar ahí sentados”, según relata Iván Alexis Cuevas Stange.

Carmiña Adriázola aseguran que en estos casos, un “me permites” y “gracias” a secas sirve para solucionar la situación. ¿Quizás, incluso, para el caso de quienes “dejan una toalla para apartar un aparato“, como nos dice Dates Excel?

La otra categoría asociada al uso de equipos es la falta de consideración para con el siguiente usuario.

“Cuando utilizan uno o más pares de mancuernas, y luego de terminar las dejan tiradas en el piso, sin devolverlas a su lugar. Uno después pierde tiempo buscando la mancuerna del peso que necesita, y/o uno se termina tropezando con estas cosas regadas por todo el piso… ¡por algo existen los racks, para dejar todo ordenado!”, se queja Fernand Hafon, en Chile, vía correo electrónico.

“Para coger las pesas, mucha gente está muy fuerte pero para dejarlas donde las cogieron, parece que hay un ataque de reuma en masa en los gimnasios”, como lo pone Eloy Reds.

Mancuernas

Por último, están los que interrumpen sin la suficiente elegancia. Por ejemplo, según cuenta Luis en Moscú, Rusia, “cuando alguien está esperando a que tú termines de utilizar alguna máquina y se te quedan viendo fijamente mientras haces ejercicio“.

Otra modalidad es la que cuenta Ira, en Panamá: “cuando me dispongo a hacer mi primer set, de repente llega alguien y te pregunta, ¿ya vas a terminar o cuántos sets te faltan?” “Yo odio a los (que dicen) ‘¿alternamos?’, jaja”, añade Moy AG.

3. Actitud

En esta categoría hay de todo y para todos. Desde “los que se ponen peso de más y se la pasan gritando como Hulk” (como dice Juan Gil) hasta quienes después de emitir el susodicho grito “dejan caer las pesas y hacen que tiemble el suelo” (según relata Alex Rojo-Tabor).

Hay a quien le molesta las personas que usan ropa muy ajustada o los que “van bien elegantes, con camisa, jeens y zapatos de suela” (dice Hugo Cifuentes Astudillo). Y si están en pareja, que hagan exhibiciones de su amor en público (“están besándose y es demasiado incómodo”, afirma Moisés Fernández).

Duvan García, en Cali, Colombia, arriesga una confesión: “están como yo, los que entrenamos durísimo, pero con un gran defecto: escuchamos música a todo volumen, cantamos, medio bailamos, cantamos a medias en idiomas raros y la gente mira como bichos raros…”

Pero ante todo, a nuestros lectores les resulta molesto quienes “hacen 2 minutos de ejercicios y luego 10 minutos en verse al espejo tomarse selfies”, como dice Max Ostos.

4. Interacción

Tres tipos de “pecados” nos fueron reportados: que te miren sin pedir permiso, que te hablen sin pedir permiso y que no te hablen cuando de verdad lo necesitas.

“(Me irritan) los que sólo van a conectar y quieren ligar a medio gym , las que se maquillan y saludan a todos de beso dejando una mezcla de sudor y maquillaje por todos lados”, dice Yamanqui Blanco.

“Me molesta mucho la falta de concentración en algunas personas, ya que nosotros vamos al gym a ejercitarnos, no a tener un discurso social con los demás”, señala Víctor, en Santo Domingo, República Dominicana.

Un instructor dando clase a una joven

En esta categoría de conductas molestas figuran con prominencia los entrenadores.

“Están los instructores que: a) te tratan como si fueses tonto; b) explican cosas que no se entienden y no paran de hablar; c) se contradicen el uno con el otro; d) no tienen ganas de contestar preguntas o ayudar a uno”, enumera Diego Siegelwachs, en Berlín, Alemania.

También está el “el instructor distraído viendo su teléfono o conversando con la chica de recepción”, según cuenta Diana Jiménez, en Lima, Perú. Y a falta de instructores… nunca faltan los aficionados entusiastas.

“Los que son muy carismáticos y llevan años en el gimnasio, se sienten entrenadores y te ‘motivan’ (comprometen) a usar aparatos que no quieres usar y de forma exhaustiva”, se queja Montserrat Ramírez, en Monterrey, Nuevo León.

O, para darle la palabra a quien parece estar en el grupo de los entrenadores: “los que se miran mientras les explicas, y en base a tus explicaciones luego se las cuentan a los otros“, refiere @Emiliano10672.

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BBC Bienestar Ejercicios

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