Una reforma para una sociedad civilizada

Los cambios en la justicia penal introducen el sentido común de la rehabilitación

La reforma del sistema de justicia penal  es uno de los pocos temas que comparten demócratas y republicanos en el Congreso. Enhorabuena, especialmente para los latinos y afroamericanos, que están desproporcionalmente representados en las prisiones, las posibilidades de cambios que corrijan las leyes excesivamente punitivas del pasado parecen más cerca que nunca.

Hace unos días los senadores Dick Durbin (D-Illinois) y Charles Grassley (R- Iowa) presentaron un proyecto de ley para reducir la extensión de la condenas mínimas obligatorias, limitándolas sólo para delitos serios de drogas y delitos violentos. Prohibe el confinamiento solitario para los juveniles, les permite solicitar libertad condicional después de 20 años y otorga más flexibilidad a los jueces a la hora de la condena.

Se estima que al efecto retroactivo de esta propuesta significará que cerca de 6,500 presos  condenados antes de 2010 podrían ser elegibles para libertad condicional. Esta no es una cifra muy grande en comparación a los 2.2 millones de presos en nuestro país. Lo que sí hace, es revertir una política que por décadas fue poniendo leyes, como el tres delitos y afuera, que le quitaron la discreción a los jueces para imponer condenas según los méritos del caso.

La desilusión es que la medida del Senado es un acuerdo que diluye la Ley de Justicia SAFE, propuesta en la Cámara Baja, que elimina las condenas mínimas obligatoria y la “sobre-criminalización” quitando de los libros leyes federales punitivas. Es muy probable que la base de una ley surja de la propuesta de la Cámara Alta.

Pero para eso, debe superar escollos que no son ideológicos sino geográficos. El endurecimiento de las condenas condujo a una ola de prisiones construidas en áreas rurales que hoy dan empleo en el distrito de demócratas y republicanos, e inflan la cantidad de residentes para recibir más fondos federales después del conteo del censo.

Las reuniones con presos mantenidas por el presidente Obama y el papa Francisco durante su visita a Estados Unidos, centraron la atención en la magnitud del problema de tener tanta gente presa, además sin prepararla para la libertad. Estados Unidos es el líder de los encierros, la reforma es el primer paso para una sociedad más civilizada.

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