American Apparel “no tiene planeado despedir a nadie”

La empresa solicitó la suspensión de pagos el lunes tras meses de caídas de ventas y problemas internos

La presidenta dice que se quedó con lagrimas de felicidad al ver este cartel hecho de toallas de papel que le hicieron algunos trabajadores.

La presidenta dice que se quedó con lagrimas de felicidad al ver este cartel hecho de toallas de papel que le hicieron algunos trabajadores. Crédito: Cortesía | La Opinión

Horas después de que la compañía de moda solicitara la banca en un juzgado de Delaware, la presidenta de American Apparel dejó claras dos cosas: la producción de esta empresa textil no saldrá de EEUU y no tiene planeado despedir a nadie.

“Bajo ninguna circunstancia queremos trasladar nuestra producción a otro país”, afirmó Paula Schneider, presidenta American Apparel, en una entrevista con La Opinión. “La idea es mantener a nuestra fuerza laboral trabajando” explicaba para confirmar que la plantilla “tiene el tamaño adecuado ahora para la compañía”.

Más de 5,000 trabajadores del total de su fuerza laboral (de 9,000), están empleados en el área de Los Ángeles, donde la compañía tiene su sede y la factoría más grande de producción. La gran mayoría de ellos son latinos, los cuales han sobrevivido a varias rondas de despedidos en este convulso año.

American Apparel ha solicitado la petición de Chapter 11 (o suspensión de pagos) como salida a varios de sus problemas y el camino para tener un futuro. Con este procedimiento reducirá su deuda y para ello ha llegado a un acuerdo con los acreedores y ahora primeros accionistas. Por otro, aparta los problemas legales planteados por el expresidente y fundador, Dov Charney, quien ha declinado comentar sobre la situación pero ha perdido millones con ella además de su peso accionarial en la empresa.

El plan de reestructuración incluye un acuerdo con Monarch Alternative Capital, Goldman Sachs, Penwater Capital Management, y Standard General para convertir la deuda en acciones de la compañía. Estos acreedores representan el 95% de los prestamistas de la compañía.

“Cuando llevamos a esta empresa, ya teníamos $300 millones en deuda y no era sostenible”, explica Schneider que fue nombrada presidenta en enero. Esta ejecutiva dice, por ejemplo, que tuvo que escoger entre lo que quería comprar para ventas al por menor o al por mayor, y pagar lo suficiente para desarrollar una aplicación móvil. El aumento continuo de las deudas, las altas tasas de interés por ellas, las caídas de las ventas, y los costos de disputas legales, las cuales Schneider califica como molestas e innecesarias, fueron los principales factores que llevaron a la compañía a esta bancarrota.

Sin embargo, Schneider es optimista.

Una salida hacia adelante

“Esta decisión es lo mejor para la compañía y estamos en una posición solida”, asegura la presidenta. “Tenemos un acuerdo con nuestros acreedores, dinero para salir de una reestructuración financiera, y lo suficiente para invertir en la compañía cuando salgamos de ella”. Los acreedores se han comprometido a invertir $70 millones de nuevo capital para apoyar la reorganización y recapitalización del negocio.

La compañía americana que tiene 227 tiendas en 19 países, espera reducir su deuda de más de $300 millones a menos de $135 millones. Las actividades fuera del país están fuera de este proceso de reestructuración. También tratarán de reducir sus pagos de interés anuales a menos de $20 millones.

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