Cuando la obsesión por la apariencia se convierte en pesadilla

El trastorno dismórfico corporal genera ansiedad y puede generar ideas suicidas

Hace dos años, la exmodelo Alicia Douvall hizo dos impactantes revelaciones: había gastado más de $1.5 millones en tratamientos estéticos y su adicción a la cirugía se había originado en un trastorno dismórfico corporal (TDC) no diagnosticado.

Esta afección, que también se conoce como dismorfofobia, consiste en una preocupación fuera de lo normal por un detalle en la apariencia. Con frecuencia los síntomas empiezan en la adolescencia.

alicia douvall
La exsúper modelo Alicia Douvall padece de trastorno disfórmico corporal.

Minnie Wright, de 47 años, lleva casi toda su vida padeciendo TDC. “Los síntomas empezaron cuando tenía 11 años y era víctima de acoso escolar”, cuenta. “En buena medida era por el tamaño de mi nariz”. Minnie agrega que se ponía maquillaje de sombra y colocaba la cabeza inclinada para evitar mostrar su perfil.

¿Vanidad? No es justo

Las personas con TDC tardan en pedir ayuda por temor a ser calificadas como vanidosas. El doctor David Veale, una eminencia en TDC, se especializó en esta área hace 20 años después de que uno de sus pacientes se suicidara por este trastorno.

“Idealmente, lo que queremos es examinar y diagnosticar a las personas con TDC en una etapa temprana, pues el tratamiento es más fácil antes de que todos esos pensamientos y ansiedades se ‘atrincheren’ en su mente”. Veale agrega que “el mensaje más importante es que el TDC es una enfermedad tratable”.

El tratamiento normalmente consiste en una combinación de antidepresivos y terapia cognitivo-conductual. No obstante, llegar a diagnosticar el trastorno y tratarlo es un proceso lento. Y durante ese tiempo quienes sufren de TDC pueden tratar de “curar” esas imperfecciones que perciben con cirugía plástica.

“Inmovilizada”

minnie wright
Así se veía Minnie Wright en la época en que empezaron los síntomas.

Minnie explica que quería hacerse algo. “Pero todavía era una niña. Cuando cumplí 18 años me dieron una cirugía de nariz. En un principio me sentí mejor, pero en el fondo era infeliz. Era como mover los muebles de lugar, pero el problema subyacente seguía allí. Sencillamente todo se veía un poco diferente”.

Más tarde Minnie centró su fuente de infelicidad en su cabello y los síntomas la llegaron a “inmovilizar” de tal forma que contempló el suicidio. Estudios sugieren que las personas con este trastorno son más propensas al suicidio que la población general. Minnie conoció a cuatro personas con TDC que se quitaron la vida.

Veale, quien trabaja para la Fundación de Trastorno Dismórfico Corporal, cuenta que un tercio de sus pacientes se ha sometido a al menos un tratamiento de cosmética. Lo más alarmante es que menos del 10% de las personas con este trastorno queda satisfecho con los resultados.

Sus ansiedades suelen centrarse en otro aspecto de su apariencia, lo que algunas veces lleva a que la persona se someta a múltiples procedimientos.

Herramienta de diagnóstico

Se estima que 15% de las personas que quiere hacerse cirugía plástica tiene TDC. El cirujano plástico Simon Withey señala que el TDC “es extremadamente complicado” y advierte que los cirujanos “nunca podrán ser expertos”.

“Sin embargo, con las preguntas adecuadas, uno adquiere un sexto sentido para detectar que algo no está bien. Para mí, una de las señales es cuando el paciente está ‘demasiado preparado’. Si siento que algo no está bien, no opero”.

Los psiquiatras tienen varias herramientas para identificar la dismorfofobia, pero llevan demasiado tiempo como para que las use un cirujano en su clínica. La doctora Alex Clarke estudia los aspectos psicológicos de la cirugía plástica. Su equipo viene desarrollando un cuestionario de análisis más accesible.

“Los cirujanos lo que quieren es operar. Su preocupación está en que si dicen que no, el paciente tocará la puerta de otro”, explica Clarke.

El cuestionario identifica la presencia de los síntomas clásicos de TDC y explora las expectativas del paciente. En las pruebas de estudio, tanto los cirujanos como los pacientes han aceptado esta nueva herramienta. “En los últimos 15 años hemos visto cómo cirujanos han pasado de resistirse a reconocer que estas prácticas forman parte de un servicio de calidad superior”.

“Lejano oeste”

Pero el problema radica en cómo llegar a aquellos profesionales inescrupulosos dispuestos a todo por una buena suma de dinero. El cirujano Marc Pacifico, portavoz de la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos y Anestesiólogos, confiesa que “allá afuera es el lejano oeste”.

“Es un hecho triste que, si buscas, encuentras a alguien dispuesto a hacerte la operación que quieras. Cualquiera puede llamarse ‘cirujano plástico’ y tener un consultorio”.

Pacifico agrega que las personas pueden ser fácilmente engañadas con sitios en internet sofisticados y direcciones de renombre. Para evitar caer en manos de “inescrupulosos” la Asociación recomienda buscar certificados y credenciales oficiales.

Las prácticas negligentes pueden incluir que el paciente sea visitado primero por un vendedor, en vez de un cirujano. También el precio sospechosamente bajo de una cirugía o las ofertas por “tiempo limitado” pueden ser señales de que se trata de un cirujano poco serio.

¿Primer mundo?

Con frecuencia, los comentarios que siguen a los artículos que se publican en los medios sobre TDC comentan que éste es “un problema de primer mundo”. Pero hay evidencia que prueba lo contrario. El profesor brasileño Leo Fontanelle es especialista de TDC en Río de Janeiro. Y Brasil es uno de los países con mayores operaciones de cirugía plástica en el mundo.

Hemos visto pacientes de todos los estratos socioeconómicos. Todavía no tenemos los datos para saber cuántos de nuestros pacientes se han sometido a cirugía antes de ser diagnosticados y tratados”. Sin embargo, Fontanelle agrega que “sigue siendo importante que nuestros cirujanos estén al tanto (del trastorno) y remitan a los pacientes a los servicios adecuados”.

¿El selfie es el culpable?

selfies
Las selfies se han convertido en una moda.

Durante mucho tiempo se ha señalado a los medios como responsables últimos de que la gente desarrolle una errada imagen corporal y en los últimos años ha habido un auge de las autofotos o selfies.

Un estudio reciente muestra que las personas entre los 16 y 25 años dedican en promedio 16 minutos y siete intentos para hacerse el selfie perfecto. ¿Esta presión para verse perfecto afecta el estado mental de la gente?

El doctor Veale no lo cree así. “Es difícil trazar una línea entre lo que es una insatisfacción del cuerpo y el TDC propiamente dicho”. El experto explica que son las experiencias a temprana edad, como una relación pobre entre el niño y la madre o el acoso escolar, lo que afectará a la persona. “Las presiones de los medios están allá afuera, pero sólo juegan un pequeño papel en la historia”, agrega.

Por su parte, la doctora Clarke considera que la dismorfofobia es un tema que se debe atacar en las escuelas. “Es necesario enseñarle a los niños educación mediática para que aprendan que todas esas imágenes retocadas no son reales. Es muy fácil ser una víctima de estas presiones si no eres lo suficientemente fuerte.

– Susanna Jolly

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