Bendita lata: Familias de NYC que viven de la recolección

Cientos de familias basan el sustento diario en la recolección de botellas y latas

Más de 100 personas se ganan la vida con la recolección.

Más de 100 personas se ganan la vida con la recolección. Crédito: <copyrite>GERARDO ROMO</copyrite><person> < / person>

La inusual combinación de la monja española Ana Martínez de Luco, un célebre latero conocido como Eugene ‘King of Cans’ Gadsden, y el mecenas de Wall Street Joseph Mula, ya fallecido, hizo posible la creación del centro de reciclaje de latas y botellas Sure We Can en Brooklyn.

Cuando se inauguró en 2007, la organización comunitaria fue pionera de este tipo de trabajo, y se calcula que en el momento hay 25 organizaciones similares. Pero “Sure We Can” es la única sin fines de lucro que funciona más como una cooperativa.

“Lo instituimos como servicio para facilitar el canje de los cinco centavos y para que siempre encontraran un lugar para entregar las latas”, dice Martínez (59), la única de los fundadores que sigue en la organización. El nombre juega con el eslogan ‘Yes We Can’ que ayudó al presidente Obama a llegar al poder y se puede leer como “Por supuesto que podemos”, y “Por supuesto que enlatamos”.

Martínez calcula que alrededor de 110 personas se ganan el sustento a tiempo completo y otras 200 a medio tiempo u ocasionales.

Tras separar y organizar las latas y botellas según las compañías envasadoras, éstas pagan entre 1 y 1.5 centavos adicionales al recogerlas en la sede en la calle McKibben, cerca de Bushwick. Algunas de las personas que llevan los envases a Sure We Can también ayudan a separar por compañía y a organizar las pilas en un espacio grande como de casona antigua, pero sin paredes. Cuenta la hermana Martínez, nativa del País Vasco, que con los beneficios apenas se pagan a ellos mismos y el arriendo. “El invierno pasado nos afectó mucho. Los cuatro meses calientes hay mucha más entrada y procuramos ahorrar un poquito para defendernos los meses fríos”.

El nuevo reto que afrontan es el empuje inmobiliario. La familia guatemalteca de la que arriendan el espacio les ofreció dinero para terminar el contrato, que expira en cuatro años, porque recibieron una gran oferta de compra del terreno. Mientras tanto, Sure We Can busca la manera de encontrar socios para ellos mismos comprar el terreno.

El que otros hurguen en las basuras no sólo les molesta a los caseros y dueños de negocios por el ocasional desorden que resulta. Aunque la ley de 1982 conocida como ‘Bottle Bill’ permite a los ciudadanos redimir los envases, el Departamento de Limpieza arguye que tales actividades van en contra del dinero pagado por los contribuyentes para el manejo del reciclaje y los ingresos adicionales que consiguen sus trabajadores que ahora compiten con estos tenaces lateros.

Desde 2008, justo al comienzo de la crisis económica, el Departamento de Limpieza reportó una caída en la recolección de reciclables.

El Instituto de Política Fiscal argumentó en un reporte de 2012 que los inmigrantes, espacialmente los indocumentados, son excluidos de programas de ayuda en momentos de crisis. “Por eso, recoger latas es una de las pocas labores que pueden hacer”.

Se calcula que en la ciudad hay tres mil máquinas para redimir latas y botellas. Pero su límite por día es de $12 lo cual lo hace ineficiente para los recolectores de oficio. Una columna de The New York Times estima que hay cinco mil recolectores en la ciudad.

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