Crisis en sector del carbón provoca despidos en EEUU

La demanda nacional por el carbón va disminuyendo ante el aumento de la producción del gas natural

Mineros en México.

Mineros en México. Crédito: Archivo / AP

SHERIDAN, Wyoming, EE.UU. – Cientos de millones de toneladas de carbón, en capas de hasta 20 metros de alto, yacen bajo la superficie rocosa y los picos nevados de la frontera entre Montana y Wyoming.

Pero para Mike Cooley, los días de usar dinamita para extraer el mineral de la tierra son cosa del pasado, y se esfumaron más rápido de lo que él pensaba. Antes, el hombre de 41 años de edad pensaba que tenía asegurado su empleo en la mina Decker.

Fue hace pocas semanas que Cooley, junto con centenares de otros obreros, perdieron sus empleos debido a una disputa sobre los puertos del oeste del país, que sirven de punto de exportación para los ansiosos mercados asiáticos.

Gente como Cooley ahora se la pasa buscando empleo justo cuando la demanda nacional por el carbón va disminuyendo ante el aumento de la producción del gas natural. La consecuencia es una grave crisis económica en las zonas que antes dependían de esa industria.

Con la mirada distante y manos endurecidas por el trabajo, Cooley habla en la cocina de su casa rodante en Sheridan, no muy lejos de la mina. Comenta que no quiere irse porque no quiere dejar a su hijo, el mayor de los tres que tiene, justo cuando se dispone a graduarse de la secundaria.

“Pero tampoco quiero volver a hacer trabajos de reparación y ganar sólo $13 dólares”, comenta Cooley mientras su hijo menor, de 2 años, merodeaba por el lugar con una chupeta en la boca.

Durante décadas, la cuenca del río Powder, una zona de 65,000 kilómetros cuadrados (25,000 millas cuadradas) que rodea a Sheridan, ha sido el centro carbonífero del país. Las enormes minas de la región producen casi medio millón de toneladas de carbón al año, mucho más que las montañas del centro-occidente o de los montes de Appalachia.

Pero la situación ahora afecta incluso a minas como la de Decker. Por lo menos 300 empleos se han perdido en minas desde Montana hasta Wyoming desde inicios del 2012, según datos de la Agencia de Seguridad y Salud en la Minería de Estados Unidos.

Es una paradoja que los mineros de Montana y Wyoming estén desempleados justo cuando la demanda mundial del carbón va en auge. Debido a la insaciable demanda de las pujantes economías asiáticas, el carbón reemplazará a los hidrocarburos como la principal fuente de energía mundial en los próximos cuatro años, estiman expertos. La única excepción será en Estados Unidos.

Los despidos en Decker redujeron casi por la mitad a la plantilla de la mina, y tomaron por sorpresa a Cooley y sus compañeros, que ganaban unos 30 dólares la hora y reinaban en una región donde el carbón era la principal fuente de ingresos.

Apenas el año pasado, el copropietario de Decker, la empresa australiana Ambre Energy, proyectaba aumentar la extracción y enviar millones de toneladas al año a países como Corea del Sur, reflejo de la situación del mercado en que las empresas apuntaban al extranjero debido a la escasa demanda interna.

Pero los planes de Ambre de desarrollar puertos en la costa occidental se vieron empantanados en trabas burocráticas, lo que obligó a la compañía a postergar sus planes. Otras empresas grandes, como Arch Coal, Inc. y Peabody Energy, sufren de los mismos problemas.

Durante años, la minería del carbón era la prosperidad de la cuenca del río Powder, donde se producía la mayor cantidad de carbón de Montana y Wyoming. Es sólo en los meses pasados que el número de trabajadores ha disminuido.

A pesar de los problemas logísticos, algo del carbón de la región se está exportando mediante las instalaciones de la costa oeste ya existentes. Pero esos canales ya están saturados, dicen expertos.

“A menos que se pueda enviar carbón por Federal Express, las exportaciones no aumentarán”, declaró Brian Schweitzer, exgobernador de Montana.

Schweitzer, demócrata, trató en sus dos periodos de fortalecer la industria del carbón y dejó el cargo este mes. Vaticinó que tardará cinco años desarrollar los puertos en los estados de Washington y Oregón, y la misma cantidad para que la demanda en Estados Unidos se recupere.

Entretanto, Cooley y sus compañeros quedan en una situación incierta, habiendo dejado la bonanza del ayer sin alcanzar la promesa del mañana, en una región donde las oportunidades de empleo son escasas.

“Nunca me han despedido, siempre he tenido empleo, desde que tenía 14 años”, cuya familia tendrá que arreglárselas con el salario de su esposa, una cajera en un mercado, hasta que él consiga otro trabajo.

Al igual que otros mineros entrevistados, Cooley espera que la Decker se recupere pero está explorando en otras áreas para conseguir empleo. Solicitó en una mina de cinc en Alaska, una mina de oro en Nevada e incluso como obrero petrolero en Dakota del Norte.

Otros trabajadores ya se han mudado a otros lugares ante la imposibilidad de igualar sus antiguos ingresos en Sheridan, un poblado de 18,000 habitantes.

No es la primera crisis económica que azota esta zona de Wyoming, donde al oro se le apodaba “el diamante negro” debido a la prosperidad que traía.

Al norte de Sheridan, a orillas del río Tongue, están las ruinas de poblados que dependían del carbón, como Monarch, Kleenburn y Acme, que tuvieron su auge en la década de 1920. Su declive no fue reparado hasta que vinieron Decker y otras compañías décadas más tarde.

Tras ser fundada en 1972, Decker rápidamente creció hasta tener centenares de obreros que producían 10 millones de toneladas al año, un volumen que produjo durante sus dos primeras décadas “a la perfección”, dijo Hal Kansala, quien ha trabajado en la mina desde 1979. La producción este año será menos que la tercera parte de esa cifra.

La portavoz de Ambre Liz Fuller dijo que la mina sigue siendo viable y que la compañía está buscando clientes para su carbón. Se negó a comentar sobre la situación de los desempleados más allá de decir que si la situación mejora, serán recontratados.

Se cumplan o no los planes de exportación de la compañía, el pronóstico a corto plazo luce sombrío.

Los cinco a 10 años que habría que esperar para resolver las quejas de los grupos ambientalistas sobre los puertos en la costa oeste son demasiado tiempo y las familias no pueden esperar tanto, dijo Dave Kinskey, alcalde de Sheridan.

“Me recuerda la anécdota del economista que dice, ‘A largo plazo estas cosas se resuelven’, y otro economista dice ‘sí, pero a corto plazo nos morimos todos”’, comentó Kinskey.

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