Veteranos luchan contra la deportación

Hispanos que lucharon por EEUU reclaman ser tratados como se merecen.

A la izquierda, Luis Madrigal Alvarez, excombatiente de la guerra de Vietnam. A la derecha, Cruz Rebolledo posa en un altar en honor a su hijo  Fabián Rebolledo, que combatió en el conflicto de Kosovo y acaba de ser deportado a su natal México.

A la izquierda, Luis Madrigal Alvarez, excombatiente de la guerra de Vietnam. A la derecha, Cruz Rebolledo posa en un altar en honor a su hijo Fabián Rebolledo, que combatió en el conflicto de Kosovo y acaba de ser deportado a su natal México. Crédito: EFE

Los Ángeles – Unos 3,000 soldados extranjeros residentes han sido deportados o tienen orden de deportación a su regreso a la vida civil debido a problemas con la ley, por lo que una asociación pide una salida para ellos.

Agrupados desde hace un par de años en una asociación conocida como Veteranos Desterrados (Banished Veterans) estos exmilitares reclaman una modificación legal que les permita ser tratados como dicen merecer.

“Pedimos que se nos reconozca como nacionales, no como ciudadanos -algo a lo que luego podremos aplicar si cumplimos con los requisitos- para no estar sujetos a una deportación”, dijo Luis Madrigal Alvarez, excombatiente de la guerra de Vietnam y uno de los promotores del grupo.

En 1976, con 17 años, a Madrigal Alvarez le prometieron la ciudadanía automática tras reclutarse para combatir en la guerra de Vietnam.

Pero muchos años después de un regreso menos que victorioso, todavía con las cicatrices físicas y mentales del conflicto y con una adicción a las drogas que lo llevó a ser encarcelado en varias ocasiones, le ordenaron abandonar el país.

“Siempre fui tratado como ciudadano hasta que un día, en 2006, me arrestaron y el ICE (Oficina de Inmigración y Aduanas) me informó que sería deportado. Traté de argumentar que era un militar con honores y me dijeron que la ley había cambiado para incluir ofensas menores”, señaló..

“Fue un duro despertar, ¿qué iba a hacer yo a mi edad en México, ya que ni siquiera estoy acostumbrado a hablar en español?”, se pregunta.

Al final de un intenso proceso, y luego de perder su caso migratorio con un abogado que le cobró cerca de $12,000, con su propio esfuerzo obtuvo su ciudadanía.

Héctor López, que combatió en la invasión a Granada, no tuvo la misma suerte.

Tras integrarse a la vida civil, fue detenido por posesión de drogas y deportado a México, de donde es originario.

Como la mayoría, López afirma haber creído que por pelear a nombre de EE.UU. recibiría automáticamente la ciudadanía. Y aunque desde 2009 existe un programa de naturalización por vía rápida, los mismos veteranos reconocen que desconocían que debían pedirla.

“Pensábamos que no la necesitábamos. A nosotros nos dijeron que luego de 6 años de haber jurado por la bandera de los Estados Unidos, que eso era suficiente”, dijo López a Efe vía telefónica desde Rosarito, en México, donde actualmente ayuda a otros que llegan a la frontera en condición similar.

López asegura que muchos de estos veteranos sufren por encontrarse en un país que abandonaron cuando eran niños y con el cual apenas si sienten afinidad. “Están en malas condiciones y no tienen trabajos, porque no son de acá”, aseguró.

Para el abogado Craig Shagin, quien ha representado más de una docena de veteranos en procesos de deportación, no es lógico que estos hombres, que han arriesgado la vida por este país, no reciban un tratamiento especial.

“El soldado no sabe nada y lo único que recibe como parte de sus beneficios de veterano es que puede ser enterrado en un cementerio militar americano cuando fallezca”, afirmó Shagin.

Además de los soldados, el fenómeno deja como víctimas a sus familias.

“Yo les entregué a mi hijo bueno y me lo devolvieron enfermo”, dijo María Madrigal sobre la adicción a las drogas y los consecuentes problemas de Luis.

Y entre llantos, Cruz Rebolledo, la madre de Fabián Rebolledo- que combatió para el Ejército estadounidense en el conflicto de Kosovo y acaba de ser deportado a su natal México-, ruega por el regreso de su hijo y los demás veteranos que reconocen sus errores, pero piden ayuda para permanecer en Estados Unidos.

“Me da sentimiento porque él anduvo luchando por esta patria, por EE.UU., entonces yo me siento triste. ¿Por qué tratan mal a mi hijo y a todos los demás?… Ellos tienen derecho de estar acá, no ya de muertos que los traigan para enterrarlos”, dijo la señora Rebolledo.

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